*Narra Marina*
La verdad es que las chicas son
muy majas, Marta va estar bien con ellas. Me iba a quedar esta noche con ellas.
Estuvimos hablando un rato sobre cómo creíamos que les iría la noche, y todas
sacamos la misma conclusión: esta noche, iba a haber tema. Era obvio. La verdad
es que la idea que tuvo Blas fue genial, Martus se lo merece. Aunque… en cierto
modo, siento envidia. Echo de menos a Carlos. Hace días que no sé nada de él,
ni una triste llamada, ni un triste mensaje, nada. Pensar en ello me
entristecía, pero no podía evitarlo. Yo también quería que alguien me preparase
alguna sorpresa, que se preocupara por mi… no sé. ¿Y si Carlos no era el chico
de mi vida? ¿Y si no me había enamorado de verdad? ¿Y si él no me quería tanto
como decía? Todas estas preguntas me asustaban. Yo lo quería… o eso pensaba.
Pero… tantos días sin saber nada de él, estando desaparecidos… no sé qué
pensar. MI móvil sonó y salí del salón, donde estábamos las cuatro hablando. Lo
cogí sin mirar quién era.
-¿Sí?
-Te quiero –esa voz…
-¿Carlos?
-Sí, lo siento.
-P… pero qué…
-Déjame explicarte por favor.
Hace unos días murió mi abuela, y era como mi segunda madre, me dolió mucho. He
estado estos días bastante mal y bueno… no quería preocuparte ni nada, solo quería
que estuvieras bien.
-Joder Carlos… podrías habérmelo
dicho, habríamos superado esto juntos, te habría intentado ayudar… no sé…
-Tranquila. Pero eso no es todo
lo que te tenía que decir.
-¿No?
-He decidido que me voy a ir a
Madrid una temporada. Aquí todo me recuerda a ella y me pone mal… además, allí
hay más oportunidades de todo, y bueno… quiero cambiar un poco de aires. Hasta
que se me pase todo.
-Carlos.
-Siento alejarme aún más de ti,
pero lo necesito de veras, espero que…
-Que estoy viviendo en Madrid.
-¿Qué estás qué?
-Pues eso. Como llevamos tanto
sin hablar pues… también ha sido culpa mía, yo tampoco te llamé, lo siento. Fue
idea de Blas, para estar más cerca de Martus, y bueno…. Llevamos aquí una semanita
ya.
-Bueno, así estamos en paz…
-Sí…
-Pero… ¡entonces te veo mañana!
-¿Mañana?
-Sí, mañana llego a Madrid, a eso
de las 12.
-Pues… nos vemos mañana.
-Sí… -un silencio incómodo pero a
la vez agradable se hizo ente los dos.
-Te echo de menos rubio.
-Y yo a ti morena. Tengo que
colgar, nos vemos en nada amor. Te quiero.
-Yo a ti no.
-¿Cómo que no?
-Porque eres un feo.
-Ah, muy bonito…
-Que no tonto, que te amo.
-Ya decía yo…
-Jajaja anda, tira.
-Hasta mañana guapa. Sueña
conmigo.
-No sé yo si lo haré eh… -reí.
–Nos vemos en nada feo –y colgué con una sonrisa en la cara. No me lo podía
creer, ¡lo iba a ver mañana! La felicidad me llenaba. Volví al salón con las
chicas y, tras su insistencia, les conté lo que había pasado. Mañana iba a ser
un gran día.
No hicimos mucho más en toda la
noche, no teníamos ganas de salir. Descubrimos una consola wii en uno de los
armarios del salón. Había un par de juegos. Decidimos conectarla. Bueno, en
realidad, de eso se encargó Gloria. Era como la manitas, la que más sabía de
cables y enchufes y todo eso. Yo es que no tenía ni idea de eso. Pusimos el “Just
Dance”. Era la primera edición, pero no importaba. Nos pusimos a “bailar”. La
verdad es que hacíamos el ridículo, pero nos divertimos un rato. Las risas no
cesaban, y cada canción o cada baile era más gracioso que el anterior. Lo pasé
muy bien con ellas. Aunque no duramos ni una hora jugando. Parecía una
tontería, pero… el jueguecito cansaba lo suyo… Tras aquello decidimos ir a
dormir. Había sido un día largo, y tras esto, el cansancio en el cuerpo era
notable. Y, aunque pareciese raro, nos quedamos todas dormidas en un santiamén.
*Narra Álvaro*
Noche de fiesta. Eso es lo quería
y necesitaba. Y es que… ¿Hace cuanto que no iba por ahí de fiesta? Decidí
llamar a un amigo al que hacía tiempo que no veía, seguro que nos echábamos
unas risas. Quedamos en la puerta de una discoteca. Paula y yo nos arreglamos y
fuimos hacia allí. Llegamos un poco pronto, por lo que decidimos entrar y tomar
algo. Pronto salimos fuera y, tras esperar un par de minutos, apareció.
-¡David!
-¡Ei, bro! –vino corriendo hacia
mí y nos dimos un abrazo.
-Cuánto tiempo tío.
-¡Y tanto! ¿Qué tal te va la
vida?
-Pues últimamente genial. Mira,
esta es Paula, mi novia. Paula, este es David, el amigo del que te hablaba.
-Encantada –dice dándole dos
besos.
-Igualmente. Vaya, vaya, así que
con novia y todo…
-Para que veas. Y muy bien que
estamos –dije abrazando a Paula por detrás mientras sonreía. Ella se empezaba a
poner colorada y sonreía tímidamente.
-Bueno, ¿entramos? Dicen que en
el tercer piso hay dj internacional, pero no sé cual.
-Vamos a comprobarlo, ¿no? –y,
tras decir esto, entramos los tres en la discoteca. Había muy buen ambiente, y
la música, tal y como decía David, merecía la pena. Estuvimos un rato en un
sofá poniéndonos al día y contándonos un montón de cosas. Me comentó que estaba
pensando en volverse a Granada, su ciudad natal, porque no le estaba yendo nada
bien y no conseguía cumplir su sueño. La verdad es que me sentí mal por una
parte. Quería ayudarle, pero no sabía cómo.
Bailamos y bebimos toda la noche.
Digamos que íbamos algo contentos. Salimos de la discoteca, decidimos que ya
había sido suficiente por hoy. Quedé con David en vernos otro día, y nos
despedimos. Paula y yo no parábamos de reír. Íbamos más acaramelados de lo
normal. Llegamos a casa y Paula me quitó la chaqueta rápidamente. Yo hice lo
mismo con la suya. Nos miramos un momento y nos besamos apasionadamente. Subió
sus manos hasta mi cabeza, acariciándome el pelo, cosa que me volvía loco. La
cogí en brazos y la llevé hasta la habitación. La bajé y ella me tiró a la
cama. Sonrió pícaramente y se puso encima de mí, gateando hasta llegar a mi
boca. Mi camiseta desapareció, su vestido también. Jugaba con mi cinturón,
dándome pequeños besos en el pecho y el abdomen. Me estaba provocando, y solo
ella sabía cómo hacerlo. Decidí que ya era suficiente. Las ganas que tenía de
ella no eran comparables con nada. Le quité toda la ropa que le quedaba y me
puse encima de ella, con un rápido movimiento. Entré en ella, haciéndola gemir.
-Te quiero.
-Yo no.
-Ah, ¿no? –dije embistiéndola más
fuerte que antes.
-SI vas a seguir así, te odio,
eres un hijo de puta, y ojalá no te hubiera conocido en la puta vida –reí ante
su comentario y seguí moviéndome dentro de ella salvajemente, haciéndola
gritar. Sus uñas se clavaban en mi espalda como agujas, pero no me importaba. Solo
sentía placer. Seguimos así un rato, hasta que los dos alcanzamos el clímax
total.
-Oye, tonto –dijo apoyándose en
un brazo y girándose hacia mí.
-Dime imbécil.
-Que en realidad te quiero.
-¿Crees que no lo sabía?
-Gilipollas… -dijo golpeándome en
el brazo y dejándose caer en la cama, boca arriba. Me puse encima suyo y la
besé.
-Yo también te quiero –nos miramos.
Me volví a perder en su mirada. Era una mirada felina, provocadora, pero a la
vez dulce y encantadora. Un lugar para perderse y no salir. Unos ojos negros,
oscuros, preciosos, que brillaban como si de diamantes se trataran. Le di un
ultimo beso y me dejé caer en la cama.
-Buenas noches preciosa.
-Buenas noches amor.
*Narra David*
Me despedí de Álvaro y su novia y
me fui andando. En realidad, no tenía sueño ni ganas de volver a casa. Quería
pensar. No había bebido apenas esta noche, por lo que tenía la cabeza bastante
fría. Metí mis manos en los bolsillos del pantalón y empecé a andar sin rumbo.
Las calles de Madrid estaban prácticamente desiertas. Comencé a pensar en la
idea de marcharme de nuevo a Granada. Vine aquí para luchar por mi sueño, que
era ser cantante, dedicarme a la música, demostrar que tengo talento… pero no
he conseguido nada. Cuando conseguí el dinero suficiente, grabe una maqueta,
con la esperanza de enseñársela a alguien algún día. Pero mis contactos son
limitados, y no pude hacer nada con ella. Y ya me he cansado de luchar por algo
que no va a suceder. He buscado por todos los rincones, lo he intentado todo…
pero no he obtenido nada. Y ya no hay nada que me ate aquí, que me incite a
seguir luchando. Llevo ya dos años haciéndolo. ¿Por qué tendría que pensar que
mi suerte iba a cambiar? No tengo nada más que hacer aquí. Lo mejor sería que
me fuera a Granada de nuevo, con mi familia. Los echo de menos. Y allí tengo a
bastante gente. Aquí… bueno… no tengo a casi nadie. Cada día la idea de
marcharme se hace más grande. Y creo que sí, que será lo correcto. En cuanto
tenga el dinero, me iré. Lo que no sabía yo era que el destino me tenía
preparado algo que cambiaría mi vida por completo. Y esta vez, sería para bien.
Pero bueno, ¿para qué adelantar acontecimientos? Dejemos que la vida siga su
camino.
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