domingo, 2 de febrero de 2014

"My own dreams" Capítulo 31


*Narra Marina*

La verdad es que las chicas son muy majas, Marta va estar bien con ellas. Me iba a quedar esta noche con ellas. Estuvimos hablando un rato sobre cómo creíamos que les iría la noche, y todas sacamos la misma conclusión: esta noche, iba a haber tema. Era obvio. La verdad es que la idea que tuvo Blas fue genial, Martus se lo merece. Aunque… en cierto modo, siento envidia. Echo de menos a Carlos. Hace días que no sé nada de él, ni una triste llamada, ni un triste mensaje, nada. Pensar en ello me entristecía, pero no podía evitarlo. Yo también quería que alguien me preparase alguna sorpresa, que se preocupara por mi… no sé. ¿Y si Carlos no era el chico de mi vida? ¿Y si no me había enamorado de verdad? ¿Y si él no me quería tanto como decía? Todas estas preguntas me asustaban. Yo lo quería… o eso pensaba. Pero… tantos días sin saber nada de él, estando desaparecidos… no sé qué pensar. MI móvil sonó y salí del salón, donde estábamos las cuatro hablando. Lo cogí sin mirar quién era.

-¿Sí?

-Te quiero –esa voz…

-¿Carlos?

-Sí, lo siento.

-P… pero qué…

-Déjame explicarte por favor. Hace unos días murió mi abuela, y era como mi segunda madre, me dolió mucho. He estado estos días bastante mal y bueno… no quería preocuparte ni nada, solo quería que estuvieras bien.

-Joder Carlos… podrías habérmelo dicho, habríamos superado esto juntos, te habría intentado ayudar… no sé…

-Tranquila. Pero eso no es todo lo que te tenía que decir.

-¿No?

-He decidido que me voy a ir a Madrid una temporada. Aquí todo me recuerda a ella y me pone mal… además, allí hay más oportunidades de todo, y bueno… quiero cambiar un poco de aires. Hasta que se me pase todo.

-Carlos.

-Siento alejarme aún más de ti, pero lo necesito de veras, espero que…

-Que estoy viviendo en Madrid.

-¿Qué estás qué?

-Pues eso. Como llevamos tanto sin hablar pues… también ha sido culpa mía, yo tampoco te llamé, lo siento. Fue idea de Blas, para estar más cerca de Martus, y bueno…. Llevamos aquí una semanita ya.

-Bueno, así estamos en paz…

-Sí…

-Pero… ¡entonces te veo mañana!

-¿Mañana?

-Sí, mañana llego a Madrid, a eso de las 12.

-Pues… nos vemos mañana.

-Sí… -un silencio incómodo pero a la vez agradable se hizo ente los dos.

-Te echo de menos rubio.

-Y yo a ti morena. Tengo que colgar, nos vemos en nada amor. Te quiero.

-Yo a ti no.

-¿Cómo que no?

-Porque eres un feo.

-Ah, muy bonito…

-Que no tonto, que te amo.

-Ya decía yo…

-Jajaja anda, tira.

-Hasta mañana guapa. Sueña conmigo.

-No sé yo si lo haré eh… -reí. –Nos vemos en nada feo –y colgué con una sonrisa en la cara. No me lo podía creer, ¡lo iba a ver mañana! La felicidad me llenaba. Volví al salón con las chicas y, tras su insistencia, les conté lo que había pasado. Mañana iba a ser un gran día.

No hicimos mucho más en toda la noche, no teníamos ganas de salir. Descubrimos una consola wii en uno de los armarios del salón. Había un par de juegos. Decidimos conectarla. Bueno, en realidad, de eso se encargó Gloria. Era como la manitas, la que más sabía de cables y enchufes y todo eso. Yo es que no tenía ni idea de eso. Pusimos el “Just Dance”. Era la primera edición, pero no importaba. Nos pusimos a “bailar”. La verdad es que hacíamos el ridículo, pero nos divertimos un rato. Las risas no cesaban, y cada canción o cada baile era más gracioso que el anterior. Lo pasé muy bien con ellas. Aunque no duramos ni una hora jugando. Parecía una tontería, pero… el jueguecito cansaba lo suyo… Tras aquello decidimos ir a dormir. Había sido un día largo, y tras esto, el cansancio en el cuerpo era notable. Y, aunque pareciese raro, nos quedamos todas dormidas en un santiamén.

 

*Narra Álvaro*

Noche de fiesta. Eso es lo quería y necesitaba. Y es que… ¿Hace cuanto que no iba por ahí de fiesta? Decidí llamar a un amigo al que hacía tiempo que no veía, seguro que nos echábamos unas risas. Quedamos en la puerta de una discoteca. Paula y yo nos arreglamos y fuimos hacia allí. Llegamos un poco pronto, por lo que decidimos entrar y tomar algo. Pronto salimos fuera y, tras esperar un par de minutos, apareció.

-¡David!

-¡Ei, bro! –vino corriendo hacia mí y nos dimos un abrazo.

-Cuánto tiempo tío.

-¡Y tanto! ¿Qué tal te va la vida?

-Pues últimamente genial. Mira, esta es Paula, mi novia. Paula, este es David, el amigo del que te hablaba.

-Encantada –dice dándole dos besos.

-Igualmente. Vaya, vaya, así que con novia y todo…

-Para que veas. Y muy bien que estamos –dije abrazando a Paula por detrás mientras sonreía. Ella se empezaba a poner colorada y sonreía tímidamente.

-Bueno, ¿entramos? Dicen que en el tercer piso hay dj internacional, pero no sé cual.

-Vamos a comprobarlo, ¿no? –y, tras decir esto, entramos los tres en la discoteca. Había muy buen ambiente, y la música, tal y como decía David, merecía la pena. Estuvimos un rato en un sofá poniéndonos al día y contándonos un montón de cosas. Me comentó que estaba pensando en volverse a Granada, su ciudad natal, porque no le estaba yendo nada bien y no conseguía cumplir su sueño. La verdad es que me sentí mal por una parte. Quería ayudarle, pero no sabía cómo.

Bailamos y bebimos toda la noche. Digamos que íbamos algo contentos. Salimos de la discoteca, decidimos que ya había sido suficiente por hoy. Quedé con David en vernos otro día, y nos despedimos. Paula y yo no parábamos de reír. Íbamos más acaramelados de lo normal. Llegamos a casa y Paula me quitó la chaqueta rápidamente. Yo hice lo mismo con la suya. Nos miramos un momento y nos besamos apasionadamente. Subió sus manos hasta mi cabeza, acariciándome el pelo, cosa que me volvía loco. La cogí en brazos y la llevé hasta la habitación. La bajé y ella me tiró a la cama. Sonrió pícaramente y se puso encima de mí, gateando hasta llegar a mi boca. Mi camiseta desapareció, su vestido también. Jugaba con mi cinturón, dándome pequeños besos en el pecho y el abdomen. Me estaba provocando, y solo ella sabía cómo hacerlo. Decidí que ya era suficiente. Las ganas que tenía de ella no eran comparables con nada. Le quité toda la ropa que le quedaba y me puse encima de ella, con un rápido movimiento. Entré en ella, haciéndola gemir.

-Te quiero.

-Yo no.

-Ah, ¿no? –dije embistiéndola más fuerte que antes.

-SI vas a seguir así, te odio, eres un hijo de puta, y ojalá no te hubiera conocido en la puta vida –reí ante su comentario y seguí moviéndome dentro de ella salvajemente, haciéndola gritar. Sus uñas se clavaban en mi espalda como agujas, pero no me importaba. Solo sentía placer. Seguimos así un rato, hasta que los dos alcanzamos el clímax total.

-Oye, tonto –dijo apoyándose en un brazo y girándose hacia mí.

-Dime imbécil.

-Que en realidad te quiero.

-¿Crees que no lo sabía?

-Gilipollas… -dijo golpeándome en el brazo y dejándose caer en la cama, boca arriba. Me puse encima suyo y la besé.

-Yo también te quiero –nos miramos. Me volví a perder en su mirada. Era una mirada felina, provocadora, pero a la vez dulce y encantadora. Un lugar para perderse y no salir. Unos ojos negros, oscuros, preciosos, que brillaban como si de diamantes se trataran. Le di un ultimo beso y me dejé caer en la cama.

-Buenas noches preciosa.

-Buenas noches amor.

 

*Narra David*

Me despedí de Álvaro y su novia y me fui andando. En realidad, no tenía sueño ni ganas de volver a casa. Quería pensar. No había bebido apenas esta noche, por lo que tenía la cabeza bastante fría. Metí mis manos en los bolsillos del pantalón y empecé a andar sin rumbo. Las calles de Madrid estaban prácticamente desiertas. Comencé a pensar en la idea de marcharme de nuevo a Granada. Vine aquí para luchar por mi sueño, que era ser cantante, dedicarme a la música, demostrar que tengo talento… pero no he conseguido nada. Cuando conseguí el dinero suficiente, grabe una maqueta, con la esperanza de enseñársela a alguien algún día. Pero mis contactos son limitados, y no pude hacer nada con ella. Y ya me he cansado de luchar por algo que no va a suceder. He buscado por todos los rincones, lo he intentado todo… pero no he obtenido nada. Y ya no hay nada que me ate aquí, que me incite a seguir luchando. Llevo ya dos años haciéndolo. ¿Por qué tendría que pensar que mi suerte iba a cambiar? No tengo nada más que hacer aquí. Lo mejor sería que me fuera a Granada de nuevo, con mi familia. Los echo de menos. Y allí tengo a bastante gente. Aquí… bueno… no tengo a casi nadie. Cada día la idea de marcharme se hace más grande. Y creo que sí, que será lo correcto. En cuanto tenga el dinero, me iré. Lo que no sabía yo era que el destino me tenía preparado algo que cambiaría mi vida por completo. Y esta vez, sería para bien. Pero bueno, ¿para qué adelantar acontecimientos? Dejemos que la vida siga su camino.

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