domingo, 8 de diciembre de 2013

"My own dreams" Capítulo 19


Holii gente a la que quiero muchote! Bueno, como ya os habéis dado cuenta, últimamente no tengo mucho tiempo para escribir, así que lo siento por no subir cap mas de vez en cuando:3
Ah, os voy a pedir por favor que dejéis algún comentario en la entrada, o si no podeis pues por twitter, pero necesito saber opiniones, como lo vivis, que quereis que pase, lo que más os gusta y lo que menos... no sé, but cometar please!
Y también daros las gracias por la cantidad de visitas! Que cuando lo cree jamas pensé que llegaría a las 6000 visitas ni de potra vamos... que muchas gracias enserio, porque así lo que haceis es motivarme más para escribir.
Os quiaamoo!!
 
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Hoy es el día. El cumpleaños de Marina. Hoy se me hace adulta. Cómo pasa el tiempo… y pensar que nos conocemos desde que éramos unas mocosas que no sabíamos ni andar… Se dice pronto. Me levanto con cuidado de no despertarla y corro a la cocina. Ahí están sus padres, tal y como les dije. Le preparamos chocolate caliente y magdalenas y voy a despertarla. Sé que si le llevamos el desayuno a la cama lo tirará todo por ahí, que es muchísimo torpe. Pero la quiero igual. Voy con cuidado y me pongo encima de ella de rodillas. Sonrío y empiezo a hacerle cosquillas mientras gritaba “¡Felicidades pequeña marmota!”. Marina se retorcía intentando quitarme de encima, pero no lo conseguía, soy más fuerte yo, muejeee. Al final, me quité y salí corriendo con ella detrás.

-¡Capulla! ¡Ven aquí que te enteras!

-¡Cógeme si puedes!

-¡¿Pero tú ves normal despertarme así so mema?!

-Claramente –digo sin parar de reírme y entrando en la cocina. Rodeé la mesa y Marina se quedó en el otro lado mirando la mesa. Cogió con un dedo un poco de chocolate y se lo metió a la boca sonriendo pícaramente.

-Uh, chocolate…

-Buenos días hija. Felicidades, ¿eh? –dice Mari Carmen, su madre.

-Ais, gracias mami. Gracias papi –dice dándoles un abrazo.

-Eh, a mi no me des ni las gracias, ni un abrazo, ni nada, tu solo mátame, ¿eh?

-La idea del desayuno fue suya –dice Jose Antonio.

-Ains cacho boba, ¡ven aquí mi arrma! –de pronto, vi a Marina encima de mí, yo en el suelo, y a esta asfixiándome. Como la quería a la muy puta…

-Marina… vale… sé que me amas, pero déjame respirar.

-Ups, lo siento –dice soltándome y ayudando a levantarme.

Desayunamos los cuatro tranquilamente. De pronto, sonó el timbre. Fui yo a abrir. Era Blas.

-Buenos días cariño –dice mientras me da un dulce beso.

-Hola feo. ¿Quieres chocolate?

-¿Marina comiendo chocolate para desayunar el día de su cumpleaños? No… imposible… -dijo exagerando con gestos y poniendo caras muy raras. Yo comencé a reírme y él lo hizo detrás.

-Anda, vamos que sino esta se lo jala todo.

-¿Se lo qué? –reí por su comentario. Vocabulario aragonés…

-Que se lo va a terminar ella sola, va –digo cogiéndole de la mano y llevándolo a la cocina.

-¿Hay alguien que cumple años por aquí no? –dice Blas entrando por la cocina. Marina lo ve y se levanta para darle un abrazo. –Felicidades tonta.

-Gracias Blasoto –dice dedicándole una sonrisa.

-Quédate a desayunar con las chicas Blas –dijo Mari Carmen mientras se levantaba de la mesa junto a su marido. –Nosotros vamos a hacer unos recados, llegaremos a la hora de comer.

-Claro, ese chocolate tiene una pinta…

-Vale mami, ciao.

Nos sentamos los tres en la mesa y desayunamos entre risas, anécdotas, como no, manchas… Blas estaba super cariñoso conmigo; Marina reía. Pero decidí pararlo. Sé que, en el fondo, aunque no lo quiera admitir, echa de menos y necesita a Carlos. Desde que se fue hace dos días, por más que lo quiera ocultar, no es la misma. Y yo me voy a encargar de que no siga así.

 

*Hace dos días…*

-¿Cómo que te vas? ¿Mañana?

-Sí… joder, solo estaba de paso, vivo en Alicante, y no quedaban billetes hasta mañana. No pensé que me pasaría lo que me ha pasado, y…

-¿Pero a ella se lo has dicho no?

-No… no sé cómo hacerlo…

-Pues diciéndoselo. La coges y le dices que te vas mañana y que la quieres.

-¿Cómo que la quiero?

-No soy tonta, y podrás engañar a quien quieras, pero a mí no. Sé que aceptaste lo de ser amigos con roces para estar con ella de alguna forma, porque la quieres. Y lo sabes.

-Yo…

-Carlos, díselo ya. Queda con ella y díselo. Como se entere por otros o no se entere directamente se enfadará y será peor.

-Pf…

-Venga va, no estés mal. No vivís lejos, os podéis ver de vez en cuando. No es como yo que me voy al quinto pino –Carlos esbozó una leve sonrisa. No me gusta verle triste. Le di un abrazo.

-Tienes razón. Vamos a su casa y se lo digo, así me despido de ella.

-Claro, vamos.

[..]

-¿Qué? ¿Mañana?

-Sí… joder, si por mi fuera me quedaría contigo siempre pero…

-Joder…

-Lo siento.

-No lo sientas. En realidad, solo éramos follamigos, ¿no?

-Sí, para ti solo éramos eso. Pero para mí era la única forma de tenerte cerca. Porque yo te quiero Marina. Sé que dijimos que nada de sentimientos, pero uno no elige de quién se enamora. No controlo mis sentimientos, ¿sabes? Y no he podido evitarlo. Lo siento –dice Carlos. Ambos estaban llorando. Marina no articulaba palabra. Él le dio un pequeño beso en la mejilla y tras un adiós y darme un abrazo, salió corriendo de casa.

*De vuelta a la realidad…*

Salimos a dar una vuelta los tres y acabamos en nuestro parque. Decidimos irnos de fiesta por la noche, con toda la pandilla de amigos. Los 18 sólo se cumplen una vez y hay que celebrarlo por todo lo alto. Blas se tuvo que ir a casa por reclamación de su madre, y Marina y yo fuimos a comprarnos los vestidos para esta noche. Quedamos en que ese sería mi regalo de cumpleaños.



Decidimos volver ya a casa. Aún no había nadie. Era el momento.

 

*Narra Marina*

Pasé la mañana de compras con Martus, lo necesitaba. Me encantó el conjunto que me cogió, y ella también iba a ir preciosa. Llegamos a casa y, a los cinco minutos, me sonó el teléfono. Lo cogí sin mirarlo.

-¿Sí?

-Hola Marina.

-¿Carlos?

-Em… sí… oye, creo que deberíais pintar las paredes de fuera, están un poco sucias…

-¿Qué?

Fui corriendo a abrir la puerta. Ahí estaba él, tan guapo como siempre, y con el flequillo un tanto despeinado. Sonreía con cierto miedo. Yo no sabía cómo actuar, simplemente hice lo que quería hacer. Me tiré encima suyo y le di un abrazo, de estos largos, protectores. Los añoraba.

-Felicidades pequeña –me dijo al oído, y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-Lo siento. Lo siento joder, lo siento, yo…

-No digas nada. Ya está.

-Hola Carlos –dice Marta asomándose.

-¡Fea! –dice dándole un abrazo. No sé por qué, pero empecé a sentir calor, como de envidia… Sonó el timbre de nuevo. Marta fue corriendo a abrir. Era Blas. ¿Qué hacía Blas aquí?

 

*Narra Marta*

Estaba todo planeado. Había hablado con Carlos para que viniese y arreglaran las cosas, y a Blas para que se quede con él esta noche. Espero que todo salga bien… Después del abrazo con Carlos, voy a abrir, es Blas.

-¡Amor!

-¡Princesa! –me da un dulce beso. La cara de Marina es de no entender absolutamente nada.

-Eh… no es por nada, pero yo y ano estoy sola… mis padres van a llegar en cualquier momento, van a pensar mal, no conocen a Carlos… esas cosis…

-A ver, Carlos se queda con Blas hoy, no hay problema. Nos vemos a las 8 en el portal, vamos a cenar y luego nos vamos por ahí. No lleguéis tarde chiquis.

-Tranquila, ahí estaremos.

-Más os vale.

-¿O si no? –Blas se iba acercando cada vez a mí.

-No quieras saber lo que pienso… -suelta una carcajada y me coge de la cintura.

-¿Y por qué no? –me dice al oído.

-Ejem, podríais cortaros un poco, ¿no? Hay más gente –putisima Marina… Blas se separa de mí y yo me río, me encantan los prontos que le dan a esta chica.

-Bueno, nos vamos ya, hasta la noche, chicas.

-¡Adiós feos! –digo cerrando la puerta tras de ellos. Esta noche promete.

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