domingo, 8 de diciembre de 2013

"My own dreams" Capítulo 20


*Narra Blas*

Marta me llamó diciéndome que si un amigo se podía quedar conmigo hoy. La verdad, eso de “un amigo” me sentó mal. ¿Para qué quiere que se quede un amigo conmigo? ¿Y en mi casa? En fin, accedí sin muchas ganas, pero todo sea por ella, ya hablaremos más tranquilamente. Pasé a casa de Marina lo antes que pude, menos mal que vivíamos cerca, porque si no, no daba para transporte… Cuando llegué me abrió ella, y allí estaba él. Un chico rubio, de ojos verdosos, algo despeinadillo pero con estilo. Estaba con Marina. Marta explica que Carlos se quedaba conmigo y que nos veíamos esta noche para celebrar el cumpleaños de Marina.

Carlos y yo salimos de allí y ponemos camino a mi casa. Mi madre no sabe nada, espero que no ponga ningún problema. Al principio estamos los dos en silencio. Quiero decir muchas cosas, pero no sé cómo empezar. Menos mal que él rompe el hielo.

-Bueno, como habrás oído soy Carlos. Soy de Alicante. Bueno, el cómo me conoce Marta es un tanto curioso, nos conocimos en el tren, de camino a aquí a Murcia. Nos tocó juntos y empezamos a hablar y tal. Y bueno, somos buenos amigos, nada más. Como también conozco a Marina, me ha invitado a la fiesta para que arregle con ella un asuntillo, la última vez que nos vimos acabamos mal y bueno…

-Ah… yo soy Blas, el novio de Marta –digo resaltando la última frase. Lo del tren no lo sabía, y he de reconocer que me sentó fatal... –De mi no hay mucho que contar, las conozco a las dos desde que éramos pequeños y bueno… -llegamos a mi casa. Me encuentro una nota de mi madre diciéndome que ha ido a la capital a ver a mi abuela, que le tenían que hacer unas pruebas, y que estaría solo un par de días. Esta mujer no puede llamarme no, aquí a lo rudimentario… Por suerte, ya había dejado la comida hecha.

Comimos mientras charlábamos un poco. El chico es majo, hacía bromas de vez en cuando y me lo pasaba bien con él, pero aun así no lo terminaba de tragar. Algo trama, no sé… creo que quiere o tiene algo con Marta. Bueno, da igual. Terminamos, descansamos y nos preparamos para la fiesta. Tenía que hablar con Marta. Era solo mía.

 

*Narra Marta*

Vuelvo al salón y me encuentro a Marina como plof. Sé cuál es el motivo. Me siento a su lado y le levanto la cabeza.

-¿Por qué no admites ya que le quieres?

-Porque no le…

-Marina –le interrumpo. –No te engañes a ti misma. Deja de darle vueltas a la cabeza y escucha a tu corazón. Por más que digas que no sientes nada por Carlos, sabes que no es así. Que ese abrazo que le has dado al verlo en la puerta lo necesitabas, no era un abrazo cualquiera. Deja de ser tan cabezona, ni que fueses maña… -ríe.

-Es que no quiero sentir nada Marta, no quiero. Yo lo he pasado muy mal, me han hecho mucho daño, por ello he ido estos últimos años de flor en flor. No quiero enamorarme, tengo miedo a volver a sufrir como ya lo he hecho.

-No tengas miedo a enamorarte, es algo esencial en la vida. Que otros capullos a los que como encuentre, los mato, ya te lo digo, te hayan hecho daño, no significa que él valla a ser igual. Sabes que él siente lo mismo hacia ti. ¿Entonces?

-Pf… es que…

-Hazme caso y escucha a tus sentimientos. Y sobre todo disfruta de cada momento, ¿vale?

-¿Qué haría yo sin ti?

-Nada, está claro… -las dos reímos y nos fundimos en un abrazo.

-Gracias.

-No me las des.

-Que sí.

-Que no.

-¡Que caiga un chaparrón!

-¡Con azúcar y limón! –las dos empezamos a reír como retrasadas.

-¿Pero no era con turrón?

-Que va, era con limón, de toa la laif.

-Pues yo siempre he dicho turrón, soy más golosa.

-I know –seguimos riéndonos y diciendo chorradas hasta que nos caemos al suelo. Justo en ese momento llegan sus padres. Al ver sus caras aún me dio más la risa, y claro, de esto que te encanas y parece que te ahogas… Pues eso, je.

Cuando nos calmamos, ayudamos a hacer la comida, ya que al ser el cumple de Marina, venía su familia. La comida pasó tranquila, entre anécdotas de cuando esta era pequeña, chistes por parte de su tío, etc. Estuvo bastante bien para ser una comida familiar. Poco a poco se fueron yendo, y nosotras fuimos a arreglarnos.

-Te envidio so puta.

-Pues anda que yo a ti guarra…

-Ese vestido te queda perfecto Marina, vas a arrasar.

-Se intentara…

-A ver tía, tienes ya 18, o sea, ¡disfruta de esta noche y ya está!

-¡Claro que sí!

-¡Así me gusta!

-Ale pues, vámonos, que al final las que llegaremos tarde seremos nosotras.

-Seh, bueno, los cinco minutos de retraso para quedar bien, no más…

-Tonta... ya verás estos…

-Anda, vamos.

 

[…]

 

-Menos mal que los tardones éramos nosotros…

-A callar, que estas preciosidades llevan su tiempo –digo sacándoles la lengua. Noto a Blas muy distante. Ni siquiera me devuelve el beso. ¿Qué le pasa a este ahora?

-Marina, id yendo vosotros, nos vemos en el restaurante, ¿vale?

-Vale… hasta ahora –dice mientras se alejan.

Blas esta callado, con las manos en los bolsillos.

-Vale, a ver, ¿se puede saber qué te pasa?

-No me pasa nada…

-Sí, claro, y yo soy tonta… ¿Qué bicho te ha picado?

-¿Cómo conociste a Carlos? ¿Tienes algo con él? –suelto una carcajada. No me lo puedo creer.

-¿Perdona?

-Responde.

-¿Me estás hablando en serio Blas?

-Totalmente.

-No me lo puedo creer… o sea, ¿Estás insinuando que tengo algo con Carlos?

-No sé, tú sabrás, como no me respondes…

-Estoy flipando… Esto no me lo esperaba de ti…

-Ves, lo sabía, sabía que algo teníais, yo…

-Tú eres gilipollas, eso es lo que eres –una lágrima cae sobre mi mejilla. –Conocí a Carlos en el tren, de camino a aquí, nos toco al lado y empezamos a charlar. Le he invitado aquí porque él está enamorado de Marina, Blas, y ella también de él, y tenían que hacer las paces, porque la última vez que se vieron acabaron mal, y no… -suspiro –yo quiero que ellos dos sean felices, y si están separados no lo son, ¿entiendes?

-Yo…

-No, tú nada –las lágrimas salían de mí solas, su desconfianza me dolía. –Es que no me puedo creer que desconfíes de mí… ¿Y ahora cómo confío yo en ti si tú no confías en mí?

-No Marta, lo siento, no…

-Ya, no querías. Que… yo… joder –salí corriendo, no aguantaba más delante suyo. Corría sin rumbo, las lágrimas no me dejaban ver. Poco a poco noté como me faltaba el aire, me ahogaba en mi propio llanto. ¿Por qué se me nublaba la vista? Noté como me cogían de las manos y me abrazaban.

-Lo siento mi niña, lo siento mucho, perdóname por favor, te necesito. He sido un gilipollas, no me podrías haber definido mejor, y sé que no te merezco, pero por favor no me dejes, te necesito, lo siento, lo siento, lo siento –él también lloraba. Esta situación me podía. Me empezaban a fallar las piernas, la cabeza me daba vueltas. No veía nada, solo oía a Blas decir mi nombre…

[…]

Abrí los ojos poco a poco. Vi a Blas llorando delante de mi, acariciándome el pelo. Estaba tumbada, con la cabeza en su regazo. Estábamos en una zona de césped en la cual no había nadie.

-Dios Marta –me abrazó y me besó como nunca antes lo había hecho. Empecé a recordar nuestra pelea, cómo me pidió perdón, y… no recuerdo nada más. Me incorporé poco a poco. –Lo siento mucho mi niña, he sido un inútil, yo… -le callé con un beso.

-Ya está, ¿vale? Olvidemos todo esto.

-¿Eso significa que me perdonas?

-Cómo no voy a perdonar a la persona a la que más quiero en esta vida… -Blas me volvió a besar. Sus besos eran adictivos.

-Te amo demasiado, no sé cómo me soportas.

-Anda, calla y vamos hacia el restaurante, que Marina se debe estar preocupando…

-Está bien, vamos.

-Ah, estoy bien, ¿OK? No ha pasado nada de esto.

-Pero…

-Nada de peros. No es la primera vez que me pasa, y no será la última. Soy propensa a los mareos y desmayos, pero sigo normal, estoy bien. No digas nada, vamos –fuimos hacia el restaurante, allí estaban todos esperando.

-¡Por fin! Estaba por ir a buscaros… -dice Marina viniendo hacia nosotros. Blas saluda a todos y Marinus me presenta. Cenamos entre risas, son todos super majos. Terminamos y fuimos a una discoteca. No era muy grande, pero había buen ambiente y buena música. Pedimos y cogimos sitio, un par de sofás que estaban haciendo esquina. La mayoría se sentaron, pero yo quería bailar. Cogí a Marina y la saqué a la pista.

-Me tienes que contar por qué habéis tardado tanto –me dice ella.

-Ya te contaré, no es muy bueno… ¿Y tú con el rubio? –Marina esbozó una sonrisilla. –Aquí hay amor… -las dos reímos.

-No sé tú, pero yo quiero provocarles –dijo mirándolos disimuladamente. Blas y Carlos estaban hablando mientras nos miraban. Le giñé el ojo como gesto de aprobación y nos juntábamos mientras bailábamos sensualmente. Miré a Blas, él me miraba mordiéndose el labio. Estaba cumpliendo mi objetivo, y Marina también. Carlos no le quitaba el ojo de encima, estaba inquieto.

Esta noche quería jugar.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario