domingo, 22 de diciembre de 2013

"My own dreams" Capítulo 22

Bueeeeno pues gentecilla, aquí teneis el capítulo 22 por fin! Sé que he tardado mucho, ya lo siento, pero entre que he estado d exámenes y que esta semana los he visto! Pf, ha sido increíble en serio... si teneis la oportunidad de ir al UWGT, id, ni os lo penséis, merece muchísimo la pena.
Bueno, espero que comentéis que os parece, que difundáis la novela, y que esto poco a poco valla creciendo, que de verdad, muchísimas gracias a todos los que me leéis.
OOOS QUIEEROO!

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-¿Dónde estabas?

-En un sitio… -río. –Estaba fuera, me dolía la cabeza chiqui.

-¿Pero ya estás mejor?

-Completamente.

-Te echaba de menos…

-No seas tan cuco.

-¿Por?

-Porque yo me vuelvo floja y acabas saliéndote con la tuya.

-Ah… se siente… -río y le doy un beso.

-Esta vez no lo vas a conseguir…

-¿Quién dice eso?

-Yo. Recuerda que hay algo que tengo que terminar…

-No me lo recuerdes porque ya sé dónde está el baño…

-Ah, si necesitas ir ve, por mi no te cortes.

-Sabes a lo que me refiero… -me dijo al oído. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Él lo notó, y soltó una carcajada.

-Serás…

-¿Irresistible?

-Capullo –puso cara rara, y la que soltó la carcajada fui yo.

Pasamos la noche riendo, bailando y bebiendo, pero con control. Busqué a Marina pero no la encontré. Cada vez el deseo me podía más, así que le mandé un wa y Blas y yo nos fuimos de allí. Me agarró de la cintura y yo apoyé mi cabeza en su hombro, dándole pequeños besos en el cuello y la mejilla. Llegamos a su casa y fuimos directos a su habitación. Me puse encima de él, quería tomar el control. Y pasó. Tras aquello, nos quedamos dormidos abrazados, queriéndonos. Siendo lo que siempre habíamos querido ser.

 

*Narra Marina*

Nos sentamos en uno de los sofás más apartados. Carlos con dos copas de más era la leche, creo que no me he reído más en mi vida… Cada vez los dos estábamos más cariñosos, y una cosa llevó a la otra, y fuimos al baño, y… bueno, ya os imaginais.

Después de aquello fuimos donde se suponía que estaban los demás, aunque ya se habían marchado la mayoría. Vi el wa que me había mandado Marta… todos sabemos lo que pasaría. Aunque ahora que lo pienso… no puedo volver a casa sola, y Carlos no puede venir a mi casa, tendría que dar muchas explicaciones… Solo queda una opción: ir a casa de Blas. La verdad es que lo de ir y encontrármelos ahí pues como que no me agradaba mucho… Decidí quedarme un poco más, para asegurarme de que no vería ni oiría nada que no debiera. Pusieron un karaoke, eran las 5 o así de la mañana, y Carlos, que iba ya fino, se animó. Sé que si no, no lo haría. Y me dejó impresionada. Cantaba tan bien… Tras ello ya decidimos irnos. Íbamos riéndonos por cualquier chorrada, era genial. Llegamos y estaba todo en silencio, menos mal. Nos tiramos literalmente en la cama, y nos quedamos dormidos al instante.

 

*Narra Álvaro*

Decidimos irnos a descansar ya. La verdad es que estaba muy feliz, pero triste a la vez. Sabía que esta era mi última noche aquí, y que me separaría de ella por un largo tiempo… y esa idea me comía por dentro. Decidí aprovecharla a tope. Nos separamos de mis compañeros, y ella me llevó a un local de… ¿baile?

-Nena, yo no sé bailar, si quieres yo te veo desde aquí, seguro que lo haces genial…

-No, no, tu sales conmigo, así te enseño –me dice mientras me giña el ojo. Entramos de la mano. Estaba un poco acojonado la verdad, lo de bailar nunca se me había dado bien y no quería hacer el ridículo, y menos delante de ella. Vi como se soltaba de mi para hablar con una chica alta, morena, con la que se fue un momento. Luego vino y me llevó hacia donde se había ido antes con esta chica. Entonces vi el local. Era bastante grande, de dos pisos, en el centro una gran pista de baile que estaba bastante llena, y rodeándola, mesas, llenas de gente charlando o tomando algo. Me sentí intimidado por aquel sitio.

-Aquí es donde suelo venir para olvidarme de mis problemas. El baile es mi pasión, y bueno, ya tanto tiempo viniendo aquí, te acaban conociendo –me dice Paula con una sonrisa.

-Esto… no tenía ni idea… Pero no sé bailar Paula…

-Sh, pues habrá que aprender –nada más decir esto me cogió de la mano y me arrastró a la pista  de baile. Sonaba esta canción https://www.youtube.com/watch?v=kMNPv_HXffQ . –No te pongas nervioso, tu solo déjate llevar, ¿vale? Yo te llevo.

-Bueno… -me cogió de la mano y comenzó a moverse siguiendo el ritmo. Yo intentaba seguirla, pero no llegaba. Se movía realmente bien.

-Álvaro, relájate. Cierra los ojos y sígueme, sé que tu puedes –me dijo acariciándome la mejilla. Hice lo que me dijo y comencé a moverme al ritmo, siguiendo sus pasos. Vi como sonreía al haber cumplido su objetivo. Acabó la canción y fuimos a sentarnos a una de las mesas. Estaba bastante cansado, esto de bailar es agotador…

-Ves, sabía que podías hacerlo.

-Sí, bueno…

-Pues no bailas tan mal, que lo sepas.

-Cierto, bailo peor… -ella rió.

-Bobo que es –me dio un beso. –Voy a por algo de beber, ¿quieres algo?

-Mm… lo que tú te cojas.

-Está bien, ahora vuelvo –me giño el ojo y, tras sonreírme, se fue.

Tardaba demasiado, ya habían pasado quince minutos desde que se había ido, no era normal que tardase tanto en ir a por unas bebidas. Fui a la barra y pregunté si la habían visto, pero nadie sabía nada. Empecé a preocuparme. ¿Y si le ha pasado algo? Joder… la llamé pero no contestaba. Me recorrí el local de arriba abajo, pero no había rastro de ella. Tenía un mal presentimiento… y no me gustaba nada. Fui corriendo a la zona de los baños, donde parecía que no había nadie… hasta que oí un grito. Un grito desgarrador, de socorro… y era de ella.

 

*Narra Paula*

Fui a por algo de beber. Era la mujer más feliz del mundo, estaba con el chico que había conseguido enamorarme en muy poco tiempo. Estaba a puto de llegar a la barra cuando noté a alguien que me tapaba la boca y me llevaba a la zona de los baños, que era la zona donde no había nadie. Me encerró allí, y pude ver su cara. Era él…

-¿Me echabas de menos muñeca?

-Hijo de puta, déjame.

-Ni lo sueñes. ¿Por qué escapaste?

-Porque te odio, suéltame ya por favor –rió mientras me acorralaba.

-No preciosa… eres mía… y siempre lo serás.

-¡Que ya no te quiero joder! –me cogió fuertemente de las muñecas, impidiendo que me moviera. El miedo me recorría el cuerpo.

-Vas a gozar como siempre esta noche…

-No… -noté una lágrima caer por mi mejilla.

-Oh sí… claro que sí… jamás debiste escaparte. Ahora, atente a las consecuencias –solté un chillido, lo más alto que pude. El me mordió el labio, haciéndome una herida, de la que empezó a salir sangre.

-Cállate niñata. Si abres la boca que sea para gemirme.

-¡PAULA! –escuché. Era él. Mi salvador, de nuevo. Había llegado. Pero él siguió con lo que quería.

 

*Narra Álvaro*

Intenté abrir la puerta, pero estaba cerrada. No tenía tiempo, así que recurrí al método animal: tirar la puerta abajo. No me costó tanto como me imaginaba, ya que era vieja y no tenía tanta resistencia. Y la vi, allí, acorralada por un chico que estaba a punto de violarla. Me tiré encima de él.

-Hijo de puta, suéltala.

-¿Será si yo quiero, no? –me pego un puñetazo en el ojo, el cual le devolví.

-He dicho que la sueltes ya gilipollas. No quiere nada de ti.

-Pero yo de ella sí. ¿Te crees que te voy a hacer caso a ti, mierdas?

-¡PAULA, CORRE FUERA! –le di un patada en sus partes, y este me dio un puñetazo en la mejilla, se nota que está acostumbrado a pelearse. Le di un puñetazo en la tráquea, haciendo que se golpease también la cabeza y  cayera al suelo casi inconsciente. Tras, ello, salí corriendo de allí buscando a Paula. La encontré fuera, tal y como le dije. Nada más verme, vino a abrazarme. Un abrazo de alivio, de que estábamos bien. Ella lloraba, me partía el corazón verla así.

-Tranquila princesa, ya estás a salvo. Tranquila –le decía mientras le acariciaba el pelo. Vi que su labio seguía sangrando. Cogí un clínex y se lo limpié con cuidado.

-Alv, tienes una brecha en la ceja…

-No te preocupes, yo estoy bien.

-No, te sangra mucho, ¿qué te ha hecho ese animal?

-Se ve que sabe pelearse…

-Pero… ¿dónde está ahora?

-Inconsciente en el baño –me miró sorprendida. –Tranquila, no lo he matado, pero yo también se defenderme –volvió a abrazarme. –Vamos a comisaría. Me da igual lo que digas, casi te viola, y nos ha dañado a los dos. No vas a convencerme de no ir.

-Vale, está bien. Vamos. Pero antes, déjame limpiarte eso, tiene muy mala pinta –cogió el clínex de mis manos y me limpió la sangre que llevaba en la cara. –Y luego vamos al hospital a que te miren eso, digas lo que digas.

-Copiota… -sonreímos los dos y fuimos de la mano a la comisaría. Gracias a Paula fue más fácil, ya que ella tenía todos los datos necesarios. Salimos de allí y fuimos a urgencias. A estas horas de la madrugada no había mucha gente, y menos mal. Empezaba a marearme. Tuvieron que coserme, al parecer, la brecha era algo profunda, y había perdido sangre, pero tampoco nada que no se pudiera solucionar con medicamentos y reposo. El labio de Paula estaba bien, solo le pusieron un parche para que no volviera a sangrar. Tras aquello, fuimos por fin al hotel.

-Estoy derrotado –dije tirándome en la cama.

-Normal… yo también.

-Pero no quiero dormirme. Porque dormirme significaría acabar este día, y yo mañana me voy… Y no quiero irme sin ti.

-No pienses en eso ahora. Ya nos apañaremos mañana y lo hablamos tranquilamente, ¿vale? Ahora duerme –me dijo acariciándome el pelo dulcemente.

-Está bien. Pero hazme un favor.

-Dime.

-Duerme conmigo esta noche.
-Claro –me dijo. Y tras ponerse una camiseta mía, y yo unos pantalones de chándal, nos quedamos dormidos, abrazados. Ya no me podía hacer a la idea de estar sin ella.

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