Bueno, espero que despidáis bien el año y entréis con mucha fuerza en el siguiente. Yo por mi parte, llevo el tobillo escayolado, para entrar con buen pie y eso... jajajaja. Bueno, pues eso, pasadlo muy bien esta noche, y feliz año nuevo! Gracias por leerme, y por aguantarme cada día, la verdad es que no es tarea fácil. Gracias a mis pinzallisimas, auryngozanas, incomprendidas, y más gente que está ahí apoyándome, a pesar de todo. Quería nombrar a Pilar, Zambra, Isabel, Soraya, Gloria, Miri, Paula, y muchas otras, que no tengo grupo con ellas, pero que les debo mucho, y que gracias por aparecer en mi vida, leerme, y estar ahí. Y quería hacer mención especial a mis dos mejores amigas a distancia. Aún no he tenido la oportunidad de abrazarlas, de verlas en persona... pero sé que ese momento llegara muy prontito. Esas dos personitas que han estado ahí siempre, que me han apoyado en todo, que me conocen más que yo misma. Gracias Marina y Nagore, por todo. Os quiero muchísimo en serio. GRACIAS por hacer que este año, dentro de lo que cabe, no haya sido tan malo.
Y ahora, después de mi parrafada sentimental, os dejo el capi. Espero que os guste!
*********************
Madrid. Llegamos. Bajamos del
tren. Todo esto era enorme. ¿A dónde vamos?
-Glo… ¿Sabes llegar al piso, no?
-Claro. Ven, cojamos un taxi.
Montamos. La verdad es que no me
esperaba que Gloria supiese dónde estaba esto, yo no me sabía ni la dirección…
Pagamos el taxi y seguí a Gloria hasta el tercer piso. Había dos portales, uno
a cada lado del pasillo. El nuestro era el A. Glo abrió la puerta. La verdad es
que me quedé impresionada. Era bastante grande para ser un piso de estudiantes.
Pronto escuchamos un ruido. No íbamos a estar solas. Atravesamos el largo
pasillo que daba a un gran salón. Había dos chicas más.
-Hola –salude.
-Hola, soy Nagore –dijo una de
ellas. Era más bajita que yo, castaña, con unos ojos azules enormes.
-Yo soy Silvia, encantada –dice
la otra chica, morena, de ojos oscuros, no muy alta tampoco.
-Yo Gloria, igualmente.
-Yo me llamo Marta –digo yo,
dándole dos besos a cada una. -¿Sabéis si va a venir alguien más?
-No –contestó Nagore –estamos las
cuatro solo, no hay más camas…
-Ah, perfeeesssto… ¡Me pido
escoger cama! –dice Gloria corriendo hacia la habitación que estaba libre.
-Pues nada, la que sobre para mí
–digo encogiéndome de hombros. Las dos ríen. Me han caído bien, parecen majas.
-¿Vosotras estudiáis también periodismo, no?
-Sí, acabamos de llegar también…
-dice Silvia.
-A mí me han dicho que los que
estás en el portal A estudian periodismo, los del B son de medicina. Tampoco
son muchos pisos, hay cinco en total, así que no sé... –dice Nagore
acomodándose en el sofá.
-¡Genial! Bueno, voy a dejar esto
y a ver si me organizo… -digo yendo a la habitación. No era muy grande, tenía
dos camas individuales, y dos armarios, uno en cada lado de la habitación.
Gloria ya se había cogido cama y armario, así que empecé a deshacer la maleta y
a guardar las cosas en el armario. En cuanto terminé, salí al salón, estaban
hablando, pero a mi me había dado un poco el bajón, y no quería que me viesen
así, por lo que les dije que me iba a dar una vuelta. Cogí una de las llaves
que estaban en la mesa, el móvil y los auriculares, y salí de allí. La verdad
es que no sabía hacia dónde ir. Comencé a andar sin rumbo, mirando atentamente
todo lo que había a mi alrededor. Llegué a un parque, no había mucha gente. Me
senté en un banco y, sin darme cuenta, empecé a llorar. Lo echaba de menos.
Mucho. Joder… necesitaba oír su voz. Lo llamé, tardó bastante en contestar.
-Amor.
-Blas –dije con la voz un poco
quebrada.
-Ei, ¿qué te pasa?
-Te echo de menos.
-Y yo a ti mi niña… ya verás cómo
nos vemos dentro de muy poquito.
-Eso espero… necesitaba escuchar
tu voz.
-Oh, que mona que eres.
-Nah… -dije soltando una risilla.
-Así te quiero oír yo, riendo y
disfrutando mucho de Madrid. Te tengo que dejar mi niña, luego hablamos. Te
quiero muchísimo ¿vale?
-Y yo a ti. Besitos.
Me sequé las lágrimas y levanté
la cabeza. La verdad es que lo poquito que había podido hablar con él me había
animado bastante. Me levanté de golpe del banco y choqué con alguien. Era un
chico moreno… Espera. Yo lo conozco. Era… ¡Claro! ¡Me choqué con él cuando salí
a correr en Zaragoza! ¿Pero qué hace él aquí?
-Lo siento –se disculpo –voy
pensando en otras cosas y no me doy cuenta ni por dónde voy –me miró. Tenía
como la mirada triste. Me dio pena, la verdad. Se me quedó mirando y en seguida
me reconoció. –Yo a ti te conozco… ¿No me choqué contigo en Zaragoza?
-Parece que también te has
acordado de mí, sí… -reímos.
-Soy David.
-Yo Marta –sonreí. –Oye, siento
ser cotilla, pero, ¿te pasa algo? No sé, te noto como triste… que si no me lo
quieres contar no pasa nada, yo lo entiendo, o sea…
-Mi novia me ha dejado –dijo de
golpe. Eso sí que no me lo esperaba.
-Valla… lo… lo siento mucho de
veras…
-No pasa nada. En realidad, lo
nuestro estaba apagado hace ya tiempo y bueno… -le abracé. No sé, lo sentí así.
-Em… oye, si quieres charlar o
algo…
-Me vendría bien, si te soy
sincero. Ven, vamos al Starbucks que hay aquí al lado.
-¡Genial! Yo nunca he estado en
uno…. –reconocí un poco avergonzada. –Eso sí, pagas tú, yo no llevo nada encima
–rió ante mi comentario.
-No te preocupes por eso, pensaba
invitarte. Vamos –Entramos y pedimos. La verdad es que no sabía muy bien cómo
funcionaba esto, menos mal que estaba David, que si no… Nos sentamos en una
mesa y empezamos a conocernos un poco. Me contó que él era de Granada, pero que
se había venido a Madrid para seguir luchando por su sueño, que era ser
cantante, y que ahora estaba en una orquesta, pero que iba a dejarla dentro de
poco, ya que no le llenaba. También me conto que tenía amigos en Zaragoza y de
vez en cuando iba a visitarlos, y que le encanta en deporte, de ahí que chocase
con él aquel día en el parque. Me contó el por qué de la ruptura con su novia,
y más cosas de su vida. Yo hice lo mismo. La verdad es que me transmitía mucha
confianza, y esa sonrisa que no se le quitaba de la cara aunque estuviese
hundido decía mucho de él. Decidimos quedar algún día, y, tras intercambiarnos
los números de teléfono, nos despedimos, cada uno en una dirección diferente.
La verdad es que, de momento, este viaje estaba siendo muy bueno. Y solo era el
primer día. Lo que me quedaba por delante…
*Narra Blas*
Ya teníamos todo planeado. Era
una locura, sí, pero haría todo lo que estuviese en mi mano para estar cerca de
ella. Mis padres tenían un piso en Madrid desde hace años que pensaban vender,
pero que me han dejado. Bueno, nos han dejado. Marina se viene. Costó convencer
a sus padres, pero al final accedieron. Eso sí, ella prometió seguir estudiando
allí y hablar todos los días con ellos. El tema de vivienda estaba zanjado.
Ahora abría que buscar trabajo, y encontrarla ella. Pero eso más adelante. Le
dije a Marina que le preguntase a Marta la dirección de dónde se alojaba, y
ella se la dio un poco confusa. Marina le dijo que era para cuando fuéramos a
visitarla, sonaba muy convincente. Si para lo que quiere, Marina es una genia.
Con a, sí. Ahora había que sacar el billete… Eran bastantes caros, pero dentro
de eso, encontramos alguna oferta. El más barato nos salía para el jueves, y
hoy era lunes. Los cogí sin pensarlo dos veces. De pronto, me sonó el móvil. Lo
cogí sin mirar.
-¿Sí?
-Blas tío, soy Dani.
-¡Ostia Danielo! ¿Qué tal tío?
-Pues muy bien, contento. El
sábado me voy a vivir a Madrid.
-¿Qué vas a hacer qué?
-Eso, que…
-Joder, que yo también me voy a
Madrid, el jueves. Iré a recogerte a la estación.
-Estaría bien, ¡que hace siglos
que no te veo!
-Pues sí, me tienes olvidadillo…
-Anda, ¿y tú a mí qué cabrón?
-Ts, excusas… -los dos reímos.
Esto sí que no me lo esperaba.
-Bueno, te dejo, que pago yo la
llamada, nos vemos bro!
-¡Claro! Hasta dentro de unos
días –y colgó. Este viaje prometía mucho. Y cada vez estaba más seguro que
estaba haciendo lo correcto, aunque pareciese una locura.
*Narra Álvaro*
Bueno, mi vida iba bastante bien.
Mis padres casi me matan cuando llegue a casa con Paula, pero es temporal,
hasta que encontremos algún pisito a buen precio. Además, sé que le están
cogiendo cariño. Si es que es un amor… Nunca me había sentido tan bien al lado
de alguien. La verdad es que todo se lo debo a Marta. Si no hubiese sido por
ella, no me habría dado cuenta de que a quien de verdad quería era a Pau, y no
a ella. Tengo que hablar con ella, que me he enterado de que se ha venido aquí
a estudiar, a ver si la veo. Por lo demás, no sé qué decir. Me ha salido un
trabajillo en un musical, y no dudé en aceptarlo cuando me lo propusieron.
Mezclaba mis dos pasiones, actuar, y cantar. Solo se harían tres actuaciones,
pero pagaban bastante bien. Y lo mejor de todo, es que conseguí que aceptaran a
Paula también. Es una artista, y tiene mucho talento, aunque ella diga que no,
o lo esconda. Vale para esto y para mucho más. Y no es por qué sea mi chica…
soy realista. Trabajar con ella va a ser genial. Los ensayos los empezamos
mañana. Ella está muy nerviosa, además es muy transparente, y se le nota perfectamente.
Pero sé que lo hará bien. Confío en ello.
-Pau, tranquilízate.
-Estoy tranquila, estoy muy
tranquila, tranquilísima, vamos, más que nunca, estoy…
-Claro que si mi amor, claro que
sí… -digo riéndome.
-Jo, que sí… -dice poniendo
pucheritos.
-Sí, sí –digo abrazándola. De repente,
empecé a hacerle cosquillas, y ella rió escandalosamente. Me encanta verla así.
-Para, para, Álvaro… jaja para…
-intentaba escabullirse de mí, pero yo no la dejaba. La tumbe en la cama y me
puse encima de ella. Seguía con las cosquillas. Paré y la miré fijamente a los
ojos, esos ojos oscuros que me habían hechizado.
-Te quiero –dije.
-Pues yo a ti no.
-Ah, ¿no?
-Nope –comencé con las cosquillas
de nuevo.
-¿Me quieres? –ella reía sin
parar.
-¡No!
-¿Cómo que no?
-Es que no te quiero –paré y
volví a mirarla a los ojos. –Te amo –sonreí. Era increíble. Me acerqué poco a
poco y le besé, suavemente, saboreando sus labios. De pronto, se abrió la
puerta.
-Ejem… la cena ya está lista –era
mi madre. Me levanté rápidamente y mi madre salió de la habitación. Empecé a
reírme.
-Genial, ahora me tendrá
vigilada.
-Lo siento, ha sido mi culpa.
Aunque… reconoce que ha sido muy gracioso.
-Sí vamos… -la cojo de la cintura
y le doy un dulce beso.
-Anda, vamos a cenar.
Me encanta, me encanta, me encanta!! Feliz año nuevo!
ResponderEliminar