martes, 31 de diciembre de 2013

"My own dreams" Capítulo 25

Bueno, bueno... GRACIAS! Me parece que voy a decir más veces que hago capis sosos para que comentéis... jaja Jo, en serio, que con los comentarios me llenáis muchísimo, y me animáis, sin quererlo ni saberlo, a seguir escribiendo, aunque sea solo por vosotras (no sé si algún chico me lee, si lo hace, que se manifieste! ;)) Y eso, que estoy super happy, y para recompensaros... CAPI SORPRESA!
Bueno, espero que despidáis bien el año y entréis con mucha fuerza en el siguiente. Yo por mi parte, llevo el tobillo escayolado, para entrar con buen pie y eso... jajajaja. Bueno, pues eso, pasadlo muy bien esta noche, y feliz año nuevo! Gracias por leerme, y por aguantarme cada día, la verdad es que no es tarea fácil. Gracias a mis pinzallisimas, auryngozanas, incomprendidas, y más gente que está ahí apoyándome, a pesar de todo. Quería nombrar a Pilar, Zambra, Isabel, Soraya, Gloria, Miri, Paula, y muchas otras, que no tengo grupo con ellas, pero que les debo mucho, y que gracias por aparecer en mi vida, leerme, y estar ahí. Y quería hacer mención especial a mis dos mejores amigas a distancia. Aún no he tenido la oportunidad de abrazarlas, de verlas en persona... pero sé que ese momento llegara muy prontito. Esas dos personitas que han estado ahí siempre, que me han apoyado en todo, que me conocen más que yo misma. Gracias Marina y Nagore, por todo. Os quiero muchísimo en serio. GRACIAS por hacer que este año, dentro de lo que cabe, no haya sido tan malo.
Y ahora, después de mi parrafada sentimental, os dejo el capi. Espero que os guste!
*********************
 
 
 
Madrid. Llegamos. Bajamos del tren. Todo esto era enorme. ¿A dónde vamos?

-Glo… ¿Sabes llegar al piso, no?

-Claro. Ven, cojamos un taxi.

Montamos. La verdad es que no me esperaba que Gloria supiese dónde estaba esto, yo no me sabía ni la dirección… Pagamos el taxi y seguí a Gloria hasta el tercer piso. Había dos portales, uno a cada lado del pasillo. El nuestro era el A. Glo abrió la puerta. La verdad es que me quedé impresionada. Era bastante grande para ser un piso de estudiantes. Pronto escuchamos un ruido. No íbamos a estar solas. Atravesamos el largo pasillo que daba a un gran salón. Había dos chicas más.

-Hola –salude.

-Hola, soy Nagore –dijo una de ellas. Era más bajita que yo, castaña, con unos ojos azules enormes.

-Yo soy Silvia, encantada –dice la otra chica, morena, de ojos oscuros, no muy alta tampoco.

-Yo Gloria, igualmente.

-Yo me llamo Marta –digo yo, dándole dos besos a cada una. -¿Sabéis si va a venir alguien más?

-No –contestó Nagore –estamos las cuatro solo, no hay más camas…

-Ah, perfeeesssto… ¡Me pido escoger cama! –dice Gloria corriendo hacia la habitación que estaba libre.

-Pues nada, la que sobre para mí –digo encogiéndome de hombros. Las dos ríen. Me han caído bien, parecen majas. -¿Vosotras estudiáis también periodismo, no?

-Sí, acabamos de llegar también… -dice Silvia.

-A mí me han dicho que los que estás en el portal A estudian periodismo, los del B son de medicina. Tampoco son muchos pisos, hay cinco en total, así que no sé... –dice Nagore acomodándose en el sofá.

-¡Genial! Bueno, voy a dejar esto y a ver si me organizo… -digo yendo a la habitación. No era muy grande, tenía dos camas individuales, y dos armarios, uno en cada lado de la habitación. Gloria ya se había cogido cama y armario, así que empecé a deshacer la maleta y a guardar las cosas en el armario. En cuanto terminé, salí al salón, estaban hablando, pero a mi me había dado un poco el bajón, y no quería que me viesen así, por lo que les dije que me iba a dar una vuelta. Cogí una de las llaves que estaban en la mesa, el móvil y los auriculares, y salí de allí. La verdad es que no sabía hacia dónde ir. Comencé a andar sin rumbo, mirando atentamente todo lo que había a mi alrededor. Llegué a un parque, no había mucha gente. Me senté en un banco y, sin darme cuenta, empecé a llorar. Lo echaba de menos. Mucho. Joder… necesitaba oír su voz. Lo llamé, tardó bastante en contestar.

-Amor.

-Blas –dije con la voz un poco quebrada.

-Ei, ¿qué te pasa?

-Te echo de menos.

-Y yo a ti mi niña… ya verás cómo nos vemos dentro de muy poquito.

-Eso espero… necesitaba escuchar tu voz.

-Oh, que mona que eres.

-Nah… -dije soltando una risilla.

-Así te quiero oír yo, riendo y disfrutando mucho de Madrid. Te tengo que dejar mi niña, luego hablamos. Te quiero muchísimo ¿vale?

-Y yo a ti. Besitos.

Me sequé las lágrimas y levanté la cabeza. La verdad es que lo poquito que había podido hablar con él me había animado bastante. Me levanté de golpe del banco y choqué con alguien. Era un chico moreno… Espera. Yo lo conozco. Era… ¡Claro! ¡Me choqué con él cuando salí a correr en Zaragoza! ¿Pero qué hace él aquí?

-Lo siento –se disculpo –voy pensando en otras cosas y no me doy cuenta ni por dónde voy –me miró. Tenía como la mirada triste. Me dio pena, la verdad. Se me quedó mirando y en seguida me reconoció. –Yo a ti te conozco… ¿No me choqué contigo en Zaragoza?

-Parece que también te has acordado de mí, sí… -reímos.

-Soy David.

-Yo Marta –sonreí. –Oye, siento ser cotilla, pero, ¿te pasa algo? No sé, te noto como triste… que si no me lo quieres contar no pasa nada, yo lo entiendo, o sea…

-Mi novia me ha dejado –dijo de golpe. Eso sí que no me lo esperaba.

-Valla… lo… lo siento mucho de veras…

-No pasa nada. En realidad, lo nuestro estaba apagado hace ya tiempo y bueno… -le abracé. No sé, lo sentí así.

-Em… oye, si quieres charlar o algo…

-Me vendría bien, si te soy sincero. Ven, vamos al Starbucks que hay aquí al lado.

-¡Genial! Yo nunca he estado en uno…. –reconocí un poco avergonzada. –Eso sí, pagas tú, yo no llevo nada encima –rió ante mi comentario.

-No te preocupes por eso, pensaba invitarte. Vamos –Entramos y pedimos. La verdad es que no sabía muy bien cómo funcionaba esto, menos mal que estaba David, que si no… Nos sentamos en una mesa y empezamos a conocernos un poco. Me contó que él era de Granada, pero que se había venido a Madrid para seguir luchando por su sueño, que era ser cantante, y que ahora estaba en una orquesta, pero que iba a dejarla dentro de poco, ya que no le llenaba. También me conto que tenía amigos en Zaragoza y de vez en cuando iba a visitarlos, y que le encanta en deporte, de ahí que chocase con él aquel día en el parque. Me contó el por qué de la ruptura con su novia, y más cosas de su vida. Yo hice lo mismo. La verdad es que me transmitía mucha confianza, y esa sonrisa que no se le quitaba de la cara aunque estuviese hundido decía mucho de él. Decidimos quedar algún día, y, tras intercambiarnos los números de teléfono, nos despedimos, cada uno en una dirección diferente. La verdad es que, de momento, este viaje estaba siendo muy bueno. Y solo era el primer día. Lo que me quedaba por delante…

 

*Narra Blas*

Ya teníamos todo planeado. Era una locura, sí, pero haría todo lo que estuviese en mi mano para estar cerca de ella. Mis padres tenían un piso en Madrid desde hace años que pensaban vender, pero que me han dejado. Bueno, nos han dejado. Marina se viene. Costó convencer a sus padres, pero al final accedieron. Eso sí, ella prometió seguir estudiando allí y hablar todos los días con ellos. El tema de vivienda estaba zanjado. Ahora abría que buscar trabajo, y encontrarla ella. Pero eso más adelante. Le dije a Marina que le preguntase a Marta la dirección de dónde se alojaba, y ella se la dio un poco confusa. Marina le dijo que era para cuando fuéramos a visitarla, sonaba muy convincente. Si para lo que quiere, Marina es una genia. Con a, sí. Ahora había que sacar el billete… Eran bastantes caros, pero dentro de eso, encontramos alguna oferta. El más barato nos salía para el jueves, y hoy era lunes. Los cogí sin pensarlo dos veces. De pronto, me sonó el móvil. Lo cogí sin mirar.

-¿Sí?

-Blas tío, soy Dani.

-¡Ostia Danielo! ¿Qué tal tío?

-Pues muy bien, contento. El sábado me voy a vivir a Madrid.

-¿Qué vas a hacer qué?

-Eso, que…

-Joder, que yo también me voy a Madrid, el jueves. Iré a recogerte a la estación.

-Estaría bien, ¡que hace siglos que no te veo!

-Pues sí, me tienes olvidadillo…

-Anda, ¿y tú a mí qué cabrón?

-Ts, excusas… -los dos reímos. Esto sí que no me lo esperaba.

-Bueno, te dejo, que pago yo la llamada, nos vemos bro!

-¡Claro! Hasta dentro de unos días –y colgó. Este viaje prometía mucho. Y cada vez estaba más seguro que estaba haciendo lo correcto, aunque pareciese una locura.

 

*Narra Álvaro*

Bueno, mi vida iba bastante bien. Mis padres casi me matan cuando llegue a casa con Paula, pero es temporal, hasta que encontremos algún pisito a buen precio. Además, sé que le están cogiendo cariño. Si es que es un amor… Nunca me había sentido tan bien al lado de alguien. La verdad es que todo se lo debo a Marta. Si no hubiese sido por ella, no me habría dado cuenta de que a quien de verdad quería era a Pau, y no a ella. Tengo que hablar con ella, que me he enterado de que se ha venido aquí a estudiar, a ver si la veo. Por lo demás, no sé qué decir. Me ha salido un trabajillo en un musical, y no dudé en aceptarlo cuando me lo propusieron. Mezclaba mis dos pasiones, actuar, y cantar. Solo se harían tres actuaciones, pero pagaban bastante bien. Y lo mejor de todo, es que conseguí que aceptaran a Paula también. Es una artista, y tiene mucho talento, aunque ella diga que no, o lo esconda. Vale para esto y para mucho más. Y no es por qué sea mi chica… soy realista. Trabajar con ella va a ser genial. Los ensayos los empezamos mañana. Ella está muy nerviosa, además es muy transparente, y se le nota perfectamente. Pero sé que lo hará bien. Confío en ello.

-Pau, tranquilízate.

-Estoy tranquila, estoy muy tranquila, tranquilísima, vamos, más que nunca, estoy…

-Claro que si mi amor, claro que sí… -digo riéndome.

-Jo, que sí… -dice poniendo pucheritos.

-Sí, sí –digo abrazándola. De repente, empecé a hacerle cosquillas, y ella rió escandalosamente. Me encanta verla así.

-Para, para, Álvaro… jaja para… -intentaba escabullirse de mí, pero yo no la dejaba. La tumbe en la cama y me puse encima de ella. Seguía con las cosquillas. Paré y la miré fijamente a los ojos, esos ojos oscuros que me habían hechizado.

-Te quiero –dije.

-Pues yo a ti no.

-Ah, ¿no?

-Nope –comencé con las cosquillas de nuevo.

-¿Me quieres? –ella reía sin parar.

-¡No!

-¿Cómo que no?

-Es que no te quiero –paré y volví a mirarla a los ojos. –Te amo –sonreí. Era increíble. Me acerqué poco a poco y le besé, suavemente, saboreando sus labios. De pronto, se abrió la puerta.

-Ejem… la cena ya está lista –era mi madre. Me levanté rápidamente y mi madre salió de la habitación. Empecé a reírme.
-Genial, ahora me tendrá vigilada.
-Lo siento, ha sido mi culpa. Aunque… reconoce que ha sido muy gracioso.
-Sí vamos… -la cojo de la cintura y le doy un dulce beso.
 
-Anda, vamos a cenar.

1 comentario: