Hola, soy Marta. Aunque me gusta
que me llamen Martus. Tengo 7 años recién cumplidos, y estoy viviendo en
Murcia, aunque mis padres me han dicho que dentro de unos días me tendré que ir
a otra ciudad que se llama Zaragoza, pero no me han dicho muy bien por qué. A
mí no me importa irme, pero quiero que mi mejor amiga, Marina, venga conmigo.
Es la única amiga que tengo, porque los demás no quieren jugar conmigo, dicen
que soy rara. En realidad, me gusta estar sola, así juego a que yo soy la dueña
de mi mundo, y que el recreo es mi casa. Y solo comparto ser la dueña con
Marina. Es más bajita que yo, con el pelo negro, largo, y unos ojos muy
grandes. Es muy guapa, y me encanta estar con ella en el parque del barrio, y
contarle mis cosas, y ella a mí las suyas.
Hoy estoy en el parque del
barrio, sentada en el rincón donde nos sentamos Marina y yo a hablar. Pero no
aparece por ningún lado. Igual se ha puesto mala, luego le diré a mis padres
que llamen a los suyos para preguntar. Me quedo allí un rato jugando con mi
muñeca favorita, Violeta, hasta que un niño se sienta a mi lado. Yo no le hago
caso, me da mucha vergüenza hablar con chicos, porque como soy la rara, pues…
-Hola –me saluda.
-Hola –digo yo muy bajito.
-¿Por qué estás aquí sola? –me pregunta
mirándome. Es más mayor que yo, tendrá unos 10 años, y tiene unos ojos muy
bonitos, no sabría definir el color.
-Estaba esperando a una amiga,
pero no ha venido, supongo que se habrá puesto mala…
-Ah… ¿Y por qué te quedas aquí sola?
-No lo sé… no tengo muchos amigos
ni amigas con los que jugar, soy rara y nadie quiere estar conmigo…
-No digas eso. A mí me has caído
bien. Si quieres podemos ser amigos –me dice con un brillo en la mirada.
-Vale –le respondo -me encantaría
ser tu amiga.
Nos apoyamos los dos en la pared. Se hace el silencio
y yo peino a Violeta, mientras él se queda pensativo mirando al horizonte.
-¿Y por qué dices que eres rara?
No lo entiendo…
-Pues no lo sé. En el cole es lo
que me dicen. Supongo que porque soy muy alta, o porque en vez de jugar a
pintarme la cara o a ser princesa, prefiero leer o jugar con Violeta.
-Pues a partir de ahora no
estarás sola, porque ahora somos amigos, ¿no?
-Sí, claro –digo con una sonrisa
bajando la mirada.
-Por cierto, me llamo Blas.
-Yo soy Marta. Aunque Marina, mi
mejor amiga, me llama Martus.
-¿Martus?
-Sí, porque dice que Martas hay
muchas, y que si me llama Martus sabré en seguida que me está llamando a mí.
-Anda, pues es una buena razón…
-Es que ella es muy lista,
¿sabes? Saca sobresalientes, igual que yo.
-¡Qué bien! Entonces tengo una
amiga lista.
-Sí –digo mientras reímos los
dos.
-¡¡Blaaaaas!!
-Es mi madre –dice él un poco
avergonzado. –Me tengo que ir ya, si quieres nos vemos mañana.
-Vale, como quieras. Yo quedo
aquí por la tarde con Marina, así te la presento.
-Genial, entonces hasta mañana
amiga –dice levantándose con una sonrisa.
-Hasta mañana amigo.
Tras decir esto, sale corriendo
hacia donde estaba su madre, y yo decido irme a casa para llamar a Marina. Así
le cuento que ya no estaremos solas en el parque, y que tenemos un nuevo amigo.
Espero que le caiga bien…
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