Estoy en la estación de tren. Sí,
hoy me voy a Murcia, quiero pasar esta semana allí. Aún no soy mayor de edad,
pero puedo viajar sola. Entro en el vagón y me siento en el asiento que me
toca. Es doble. Con un poco de suerte, voy sola y todo… pero no. Al minuto
llega un chico rubio, más bajito que yo, con flequillo hacia un lado, muy
guapo. Me saluda y se sienta a mi lado. Me dispongo a sacar los cascos para
escuchar música pero no los encuentro.
-Mierda –digo mascullando. Se me
han olvidado en casa. Ahora pasaré las dos horas de viaje aburrida, porque no
me pienso dormir teniendo al chico este al lado. Que por cierto se esta riendo
de mí…
-¿De qué te ríes? –digo un poco
seca, aunque me contagia la risa rápidamente.
-¿Tienes algún problema, no? –me dice.
-Pues –dudo si ser borde o
contarle lo que me pasa, pero prefiero llevarme bien con él, parece majo –se me
han olvidado los cascos en casa y no tengo sueño, así que me voy a pasar el viaje
muerta del asco…
-Toma, te dejo mis cascos. Eso
sí, escuchando mí música.
-Mm… venga, va, a ver qué gustos
musicales tienes.
-Seguro que mejores que los
tuyos.
-Eso no lo sabes.
-Ya te lo digo yo.
-Eh, no te pases rubiales, que no
tienes ni idea de lo que me gusta.
-Llámame Carlos mejor. Y mira, si
quieres la mitad del trayecto escuchamos mí música, y la otra mitad la tuya.
-Me parece bien.
-Ah, pero antes… nombre.
-¿Para qué quieres saberlo?
-Yo te he dicho el mío, ahora
dime tu el tuyo, se trata de igualdad de condiciones.
Río por su comentario.
-Marta.
-Aha, toma –me dice entregándome
uno de los auriculares. La verdad es que no tiene mal gusto el rubio este.
Algunas canciones me las sé, otras no las había escuchado nunca. Sin querer,
comenzamos a cantar los dos una de las canciones, y Carlos me mira sorprendido.
-¿Qué? –le digo borde.
-Cantas muy bien.
-Sí, venga, claro…
-Que sí, créeme.
-Te he oído cantar y tú cantas
muchísimo mejor.
Veo que se pone rojo. Yo me río
por la situación. Seguimos escuchando música. De vez en cuando hablamos y nos
vamos conociendo. A mitad del trayecto cambiamos y enchufo los auriculares a mi
móvil. Veo que Carlos se ríe.
-¿Y ahora qué?
-Que nunca me habría imaginado
que te gustaba la misma música que a mí.
-Para que veas. Te lo dije.
-Bueno, bueno…
Ambos reímos. Nos intercambiamos
los números de teléfono, me ha caído bien el chico. Veo que quedan diez minutos
para llegar a Murcia, por lo que desenchufo los auriculares y llamo a Marina.
-¿Sí? –dice medio adormilada
-Tía, tía, que Víctor Elías está
a Murcia, que acaba de llegar a la estación.
-¡¿QUE ME ESTAS CONTANDO?!
-Pues eso, que me lo acaban de
decir.
-Ay, lloro tía. Que en diez
minutos estoy allí, o sea, que si lo conozco me muero, ¿sabes? Ah, luego te
llamo, mil gracias por avisarme, ¡te amo!
-Pásalo bien. Un besito.
-Cuelgo. Mi plan marcha bien.
Carlos me mira con cara de no comprender nada, y yo me limito a sonreír. Espero
que esté allí cuando llegue…
********************************
Dedicado a mi chocho platónico @angela_auryner, que gracias a ella pues tengo más ganas de continuar con la novela, y a @VidalrMarina, mi marida, mi Marinus, la de la novela, sí. Que la amo muchísimo y que espero que le guste :)
Comentad y difundor la novela please! Graciaas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario