*Narra Blas*
Llamo a su casa. Me abre con una
sonrisa perfecta. Me quedo petrificado. Dios, es tan perfecta, y van tan guapa…
Es… está tan… y… eh…
-¿Hola? ¿Blas? –me dice pasando
su mano por delante de mis ojos.
-Amigo mío, ya te traigo el
babero, que se te cae la baba –suelta Marina, que acude donde estábamos.
-Yo… eh… -ambas se ríen por mi
reacción. Pero me he quedado sin palabras. Ese vestido le sienta demasiado
bien.
-Si no me vas a decir nada me voy
a dormir, ¿eh?
-Lo… lo siento… es… es que… vas
demasiado guapa y… eh… que te quiero –le digo dándole un beso. Ella sonríe
mientras me besa.
-Bueeeeeeno, ¿no os ibais a
cenar? Que yo quiero tranquilidad en la casa, los ruiditos raros para otra ocasión
–Marina siempre igual. Menos mal que es mi amiga, que si no…
-¿Nos vamos? –le digo dándole la
mano; ella la coge.
-Vámonos. Marina, llevo la copia
de las llaves ¿va?
-Vale, pasarlo bien amores –dice dándonos
un beso a cada uno y cerrando la puerta tras de sí.
-Bueno, ¿me vas a decir a dónde
vamos o me vas a seguir teniendo en ascuas?
-Mm… te haré sufrir un rato más –le
digo mirándole de reojo y sonriendo.
-Jo, mala persona… -dice poniendo
pucheritos. Me encanta cuando se hace la niña pequeña. Ella es muy madura, pero
ese toque de niñez que tiene y que sabe usar a la perfección la hace perfecta.
-No me pongas esa carita, que ya
verás cómo te gusta.
-Oye –me dice parándose en seco
en medio de la acera. Me vuelvo hacia ella y la miro. Sin duda ese vestido me
va a terminar volviendo loco.
-¿Qué pasa?
-Que te quiero. Siempre te he
querido. Y ahora que te tengo, tengo miedo a perderte. A que al volver a
Zaragoza te olvides de mí y todo esto haya sido un sueño. No quiero que eso ocurra,
yo… -suspira y agacha la cabeza. La cojo con mis manos y veo sus ojos
cristalinos.
-Jamás te olvidaría. Siempre te
he esperado Marta, siempre. He tenido a muchas detrás de mí y no he querido por
ti. Aunque no te tenía conmigo sabía que seguías ahí, esperándome en alguna
parte. Yo también tengo miedo a perderte o que te olvides de mí. A que cuando
te vayas a Zaragoza todo cambie y te distancies. Pero yo nunca dejaré que eso
ocurra. Te amo demasiado como para dejarte ir, y no lo haré. Esto es un sueño,
pero es mi sueño. Lo que siempre he querido. Y ahora que se está cumpliendo no
voy a dejar que nadie lo estropeé. Carpe diem, ¿vale? Disfrutemos de lo que
tenemos ahora –Marta lloraba. Supongo que se habrá emocionado. Se acerca a mí y
junta sus labios con los míos. Despacio, disfrutando del momento, como acababa
de decir. Me coge del cuello y me acaricia el pelo, cosa que me encanta. Juntamos
nuestras frentes.
-Te amo.
-Yo más.
-Imposible.
-Totalmente posible.
-Tonto.
-Princesa.
Sonríe y me vuelve a besar. Estoy
como en una nube. Nos cogemos de la mano y comenzamos a andar. Se ha hecho un
poco tarde, pero eso no me importa. Las palabras sobran. Por fin llegamos. La
he traído al teatro. Hay una obra musical que me gusta mucho, “Los Miserables”.
Pero en cuanto entramos, Marta se queda como de piedra. ¿Qué le pasa?
*Narra Marta*
Me sincero con él en el camino.
No sé, me salió así. Y cuando me dijo todo aquello pues... me emocioné. Soy adicta
a sus besos. Caminamos en silencio cogidos de la mano, no hace falta hablar. No
es un silencio incómodo, sino todo lo contrario.
Llegamos al teatro y entramos.
Veo que vamos a ver “Los Miserables”. Espera, para el carro. ¿Pero no actúa aquí…?
Oh no… se me olvidó comentarle aquél pequeño detalle. Me quedo ahí en la
puerta, como clavada en el suelo, no me atrevo a dar un paso más y entrar en la
sala.
-¿Marta, cariño, estás bien?
-Eh… sí, sí… solo que… -dudo si
contárselo o no.
-¿Qué?
-Que aquí actúa un amigo mío y
bueno… no pasa nada –digo dedicándole una sonrisa. –Vamos.
-Claro.
Entramos y vamos caminando. Sí
que es grande esto. Cada vez estábamos más cerca. Joder, si además me va a ver
y todo… Nos paramos en la fila 7. Estamos en un lateral. Nos acomodamos en los
asientos y comienza la función. La verdad es que lo hacían muy bien. Y Álvaro
actuaba de maravilla. Tenía una voz preciosa que encandilaba. Me gustó mucho la
función. Menos mal que no me vio. O eso creía yo.
Acabó y todo el mundo se levantó
a aplaudir, yo incluida. Lo habían hecho muy bien, no me extrañaba que tuviesen
tantos lugares a donde ir. Salí abrazada a Blas, el me cogía por la cintura y
yo apoyaba la cabeza en su hombro. Empecé a sentir hambre. Eran las 11 de la
noche. ¡Cómo avanza el tiempo!
-Tengo hambre –digo levantando la
mirada y mirándole.
-El restaurante está en la
siguiente calle amor.
-¡Bieeen! –digo con voz de niña
pequeña. Se ríe y seguimos andando hasta llegar al restaurante. Es un italiano.
Me lo como, sabe que amo la comida italiana. Nos sentamos en nuestra mesa y
pedimos. Eché un vistazo a todo el restaurante, era precioso, decorado con
fotografías enormes de los sitios más emblemáticos de Italia.
-¿Te gusta? –me pregunto
cogiéndome la mano.
-Me encanta. ¿Por qué haces todo
esto? Con una pizza en tu casa sobraba…
-Porque te amo. Te mereces todo
esto y más.
-¿Quieres dejar de ser tan cookie
por favor? Porque te comeré a besos al final.
-Suena muy tentador…
-Bobo… -los dos reímos. Por fin
nos traen la cena. Dios, que hambre. Comemos tranquilamente, entre risas y
chorradas. Me encanta estar con él, es todo tan perfecto…
Salimos del restaurante y digo de
ir a algún sitio donde haya música, me apetece salir un poco. Él accedió, y
entramos en un pub que tenía buena música. Nos dimos cuenta de que también
había karaoke, pero me daba muchísima vergüenza, por lo que no le hicimos mucho
caso. Fuimos a la barra y pedimos. Bueno, pidió él, ya que yo aún no era mayor
de edad…
-Pídeme un cubata porfiiiis.
-No no señorita, eres menor, no
puedes beber.
-Jo… pues si no puedo beber no
puedo hacer otras cosas… -dije acercándome a él y haciendo el amago de besarlo,
pero justo cuando nuestros labios se rozaron, me separé de él y me fui hacia no
se sabe dónde. Me senté en una mesa que había libre al lado de la pared, donde
había unos sillones en vez de sillas. Vi que me miraba con atención, y me senté
de forma bastante provocativa, subiéndome bastante el vestido, pero sin llegar
a enseñar nada, todo en su justa medida. Se estaba poniendo nervioso, lo
notaba. Sonreí al ver que había conseguido mi propósito, y que venía con dos
cubatas en la mano.
-Oh, mira que mono mi niño, si ha
cambiado de opinión y todo… -dejó las bebidas en la mesa y se puso de pie encima
de mí, apoyando sus manos en la pared.
-Vuelve a hacer eso y mando mi
autocontrol a la mierda.
-Estoy deseando verlo –le digo
con una sonrisa pícara. Blas me besó muy apasionadamente y se sentó a mi lado.
-El que avisa no es traidor…
-dijo dándole un trago a su bebida, yo hice lo mismo con la mía. Estuvimos
picándonos un buen rato. Sí, mutuamente, empecé yo, pero él también sabe como
volverme loca. Me sentía muy bien con él. Tras haber pasado una hora allí, me
apeteció subir a cantar. Y obligué a Blas también. Marina me había dicho que le
encantaba cantar, y que no lo hacía nada mal, así que lo arrastré conmigo al
escenario. Pedí la canción de “When I look at you”, de Miley Cyrus con David
Bisbal. http://www.youtube.com/watch?v=EIdh92vrBs4
Acabamos muy juntos, frente con frente. Nos íbamos a
besar, cuando comenzaron a aplaudir, y despertamos de nuestra nube. Mire
alrededor. Se había llenado bastante más. Sonreí como una idiota cuando Blas me
cogió de la cintura y me llevó hacia él.
Bajamos del escenario. Todo el
mundo nos daba la enhorabuena por lo bien que lo habíamos hecho. Pero si yo
antes amaba a Blas, después de oírlo cantar… no podía estar más enamorada. Y
entonces recordé aquel día, cuando me dijo que quería ser cantante… tenía que
dedicarse a ello, era demasiado bueno.
-¿Y esa voz? –le pregunté sin más
rodeos.
-¿Y la tuya?
-La mía es normalita. Blas,
tienes que dedicarte a cantar. Vales para ello de sobras. No escondas esa voz
que tienes.
-No es nada del otro mundo…
-Blas, te lo digo de corazón. Y
si antes te amaba ahora… me has terminado de enamorar –le dije con una sonrisa
que él tapó con un beso. Nuestras lenguas jugaban apasionadamente. Me estaba
poniendo demasiado…
-¿Nos vamos? –dije como pude.
-Mejor.
Aunque ese “mejor” iba con dobles
intenciones. Por parte de él… y por parte de mí también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario