Se va a enterar. Le arrebato la
nocilla y cojo con el dedo bastante. Me mira con cara de “¿Qué vas a hacer?” y río. Le unto un poco por el cuello
y voy besándolo quitándole lo que le había puesto. Le mancho también la nariz y
los labios. Le doy un dulce beso (dulce en los dos sentidos, muejee) pero le
dejo con los labios manchados. Me levanto y me chupo el dedo para limpiármelo,
mientras le miro divertida.
-¿No piensas limpiarme?
-No… -digo mientras suelto una
risilla.
-¿Sabes que quiero hacer ahora?
–le mire con cara de que no, -pues quiero darte un beso –dice levantándose y
viniendo hacia mí.
-Oh, no… -digo yo empezando a
correr por la cocina.
-Sí, sí… ven aquí pequeña…
-¡¡Noo!! –grité mientras corría y
gritaba. Pero él fue más rápido que yo y en un despiste mío me empotró contra
la pared y me besó. Un beso con sabor a nocilla. Mm… Sonreí en medio del beso.
Estábamos los dos excitados. Me subió a la mesa y comenzó a acariciarme. Yo
metí mis manos por debajo de su camiseta, acariciando su abdomen, cuando oímos
el ruido de la puerta.
-Puta Marina… -digo mientras me
colocaba bien el pijama y me terminaba el desayuno.
-Sí… la próxima vez vienes a
desayunar a mi casa, y así no nos quedamos con el calentón.
-Ah, ¿y quién te dice que me haya
quedado yo con el calentón? –le dije con una sonrisa traviesa. Me iba a
contestar cuando entró Marina efusiva por la puerta.
-Buenísimos días pequeñas
langostas –dijo dándonos un beso a cada uno y dejando la compra en la encimera.
–Qué calorcito hace ya, madre mía… voy a ducharme. Aviso, no quiero oír ruidos
raros. Tardo cinco minutueles. ¡Os quiamo! –dijo yéndose toda feliz y
canturreando una canción. Qué elementa… Miré a Blas.
-¿De qué estábamos hablando?
–dije indiferente.
-De que a mi sí que me has dejado
con el calentón, y sé que tu también excitada –me dice guiñándome el ojo y
dejando su vaso en el fregadero.
-Eso no lo sabes tú…
-Claro que lo sé señorita –me
dijo colocándose detrás de mí y acariciándome el brazo. –Lo sé muy bien. No
sabes mentir –me susurró al oído y, tras eso, se fue. Capullo… como lo amaba,
oog. Y sí, me había dejado muy… ais, jo. Recojo la mesa y voy al salón. Marina
ya estaba lista, y hablaba con Blas.
-Me voy a duchar, me visto, y
damos un voltio por ahí. Marina, agárramelo que este se me cuela en la ducha y
me viola –las dos reímos, y Blas soltó una pequeña sonrisilla.
-Yo te lo vigilo, dúchate tranquila.
-Graaciaaas! –digo mandando un
besito al aire y yéndome a la ducha. Cogí unos pantalones de corte francés azul
claro y una camiseta básica de tirantes negra. Dejé que el agua cayese sobre
mí, mojándome de arriba abajo y relajando todos los músculos de mi cuerpo, que
seguían tensos por lo que antes casi llega a pasar.
Salgo, me seco, me visto y me
echo espuma en el pelo para que se me quede rizado y me recojo los mechones más
cercanos a la cara hacia arriba con dos horquillas. Me pinto un poquito la raya
por arriba para realzar el ojo y lista. Voy a la habitación, me pongo mis vans
negras y salgo al salón.
-Por fi, ¡tardona! –me dice
Marina.
-Eh, una necesita su tiempo
¿vale?
-Pues si necesitas todo ese
tiempo para luego aparecer así yo te lo doy sin problemas –dijo Blas con cara
pervertida mirándome de arriba abajo. Yo le saqué la lengua, cogí mi móvil y
salimos de casa.
La verdad es que Murcia me sorprendió
para bien. No la recordaba tan bonita. Pasamos por nuestro parque. Enseguida lo
reconocí. Aquel que me había dado a las dos personas más importantes para mí.
No pude evitar abrazarlos. Yo es que soy muy efusiva, y casi los tiro al suelo.
Seguimos caminando y visitando un
poco la ciudad, hasta que me acordé que no les había dicho nada a mis padres.
¡Qué fallo! Los llamé rápidamente. No tardaron en cogérmelo.
-Mamá, lo siento por no haber
llamado, de verdad.
-Ya te vale…
-Es que me reencontré con Marina
y Blas después de tanto tiempo y bueno… se me fue el santo al cielo, lo siento.
-Yo ya me lo imaginaba hija,
tranquila. Aunque tenías a tu padre temiéndose lo peor… ya sabes cómo es.
-Ya…
-Bueno, ¿has conseguido
alojamiento?
-Sí, la tozuda de Marina se
empeño en que me fuera a su casa, así que allí estoy.
-Bueno… dales un besito a sus
padres de nuestra parte.
-Vale mami. Me voy que estoy
dando una vuelta con ellos. Un besito.
-Un besito. Y ten cuidado.
-Que sí, tranquilos. Os quiero
–colgué. Me salió el registro de llamadas y ve que anoche me llamó Carlos.
¿Pero cuándo, si yo no hablé con él?
-Marina, cariño, ¿ayer me llamo
alguien?
Sí… -dijo agachando la cabeza.
–Se me había olvidado decírtelo. Cuando te quedaste dormida llamó un tal Carlos
que por cierto no me cae nada bien, y para que no te despertaras lo cogí. Lo
siento.
-No pasa nada. Ya llamará si
quiere algo.
Mire los WhatsApp que tenía. La
madre que las parió. Tenía como unos 800 mensajes de un grupo que tenía con mis
amigas de Zaragoza. Bloqueé el móvil. Ya hablaría más tarde con ellas.
Volvimos a casa. Blas quería que
me fuera con él, pero estaban sus padres, y además Marina me dijo de pasar la
tarde con ella, así que nos despedimos de él, Marina con dos besos y yo con un
largo beso, hasta que ella nos aparto y empezó a decir “Que corra el aire que
Martus es mía” Y cosas así. La amo mucho. Subimos a casa y ella se empeño en
hacer la comida, por lo que me senté en el sofá a mirar los was. Si tenía que
leer todos estaba perdida… miré las conversaciones y hubo una que me llamó
mucho la atención…
Dios es genial! Pero me has dejado con la intriga!! Jajjaja
ResponderEliminarjjajajaja me alegro de que te guste :) En eso consiste, en que te quedes con ganas de leer más y esperes el siguiente capi :) Jajaja
EliminarGracias por leer! Un besito!
pd: Siquieres que te avise por twitter dimelo :)