viernes, 1 de noviembre de 2013

"My own dreams" Capítulo 8


Blas era un amor. Cada palabra que decía me enamoraba más. Cada contestación que me daba a cada tipo de película que decía, los susurros al oído que, por cierto, me excitaron bastante… Es que era perfecto leches. Me acurruqué en él para ver la peli. Me sentía segura en sus brazos, no sé… Y cada caricia que me hacía mi cuerpo se estremecía más. Estaba siendo un poco mala con él, en el sentido de que quiero ver hasta dónde es capaz de llegar, para ver si de verdad me quiere. Aún no nos hemos besado. Sí, los dos llevamos el cuello fino filipino, pero… le quiero. Y necesito sentir sus labios junto a los míos, sentir que me quiere de verdad… Levanto la cabeza y veo a Marina dormida. Sonrío. Si es que es monísima hasta durmiendo, ains. Miro a Blas y me incorporo un poco.

-¿Qué pasa? ¿Te estaba molestando? Yo…

-Blas, que me encanta que me acaricien, sobre todo si lo haces tú. No hables muy alto que Marina se ha quedado sopa –le digo susurrando. Él asiente.

-Sí… y creo que ya se ha dado cuenta de que me has dejado el cuello un poco marcado…

-Eh, ¡Has empezado tú! Jo… Además, para no darse cuenta… y yo gracias a que al final no me dio por cortarme el pelo, que lo que me has hecho  ya no es un chupetón, es un mordisco…

-Lo siento –dice avergonzado.

-Eres tonto –me mira sin saber por qué le he dicho eso. Me acerco mucho a él y le digo al oído –si eres tú te dejo hacer lo que quieras –noté como sonreía.

-¿Lo que quiera? –dice besándome el cuello.

-Ui, si sigues así no sé sin decirte que sí ¿eh?

-Ah bueno, entonces ya paro –dice alejándose todo lo que le estaba permitiendo. Le cogí del cuello de la camiseta que llevaba y lo atraje hacia mí.

-¿Quién te ha dicho que pararas? Tendrías que pillar las indirectas pequeño… -le digo otra vez a centímetros de él.

-¿Qué quieres decir con eso? –dijo mirándome los labios y acariciándome la mejilla.

-Que eres tonto –le respondí con una sonrisa. Y por fin ocurrió. Tome la iniciativa y le besé. Cerré los ojos y sentí lo inexplicable por dentro. El me siguió desde el primer momento. Era un beso que ansiaba desde hace tanto tiempo… Blas me acariciaba la mejilla mientras yo le acariciaba el pelo. Era tan suave… Me encanta. Fue un beso muy tierno. Nos separamos y apoyé mi frente en la suya. Nos miramos a los ojos y yo baje la mirada. Sonreí, el también lo hizo.

-No me acostumbro a tu mirada –le digo. –Es demasiado bonita.

Blas sonrió y me cogió la barbilla haciendo que le mirase.

-Y yo no me acostumbro a tu sonrisa. Es demasiado perfecta –volví a sonreír y me besó.

-Uy, ¿no habías dicho que me comerías la sonrisa a besos si poníamos una comedia? –le digo picándolo.

-Eso siempre –me volvió a besar. Sus besos, omg –es imposible resistirse a esa sonrisa.

Le abrace lo más fuerte que pude.

-Mm… -escuché detrás de mí. Marina se acababa de levantar.  

-¡Buenas noches princesa! –le dije separándome un poquito de Blas. La película había acabado ya.

-¿Qué hora es?

-Las… 9:30.

-¿Tan tarde? –dijo Blas. –Tengo que irme ya chicas. Bueno, mañana nos vemos.

-Claro –le dije sonriendo. Le dio dos besos a Marina, que seguía medio dormida. Le dije a esta que recogiera la mesa, y acompañé a Blas a la puerta.

-Bueno… Hasta mañana –me dijo dándome un beso en la mejilla y dándose la vuelta.

-¿A dónde te crees que vas? –le dije girándolo. –Quiero mi beso de buenas noches –hice pucheritos. No falto decir nada más, juntó sus labios con los míos. Fue un beso muy dulce. Mi beso de buenas noches.

Blas se marchó y pase al salón. Marina estaba con los brazos cruzados mirándome. Yo solamente sonreía. Intentaba hacerse la enfadada conmigo, pero no le salió. Vino hacia mí corriendo y empezó a gritar.

-¡Pero cómo has besado ya a Blas japuta! ¿Qué tal? ¿Qué te ha dicho? ¿Cómo besa?  Tía, cacho chupetón le has hecho…  -solté una carcajada.

-Cuanta pregunta… Es perfecto tía, en serio, me encanta, le he querido provocar un poco pero no he podido, me puede. Y lo del chupetón… ha empezado él –digo con voz de niña pequeña.

-¿Eh? –me dice, y yo me hago una coleta. -¡SU MADRE, QUE BRUTO! Se habrá quedado bien… jodo… te ha dejado el cuello majo…

-Pues eso… -digo sin parar de reírme. La reacción de Marina había sido genial, de verdad, la amo. Por algo es mi mejor amiga. –Bueno, vamos a dormir anda, tengo sueño, después del viaje…

-Pero yo no tengo sueño, jo.

-Normal, la siestecica que te has echado ha sido maja…

-Tía, enserio, me encanta tu acento maño.

-Co, que no tengo acento maño, que apenas se me nota…

Marina estalló en una carcajada.

-Sí que se te nota mi amol.

-Ts… -digo haciéndome la enfadada. No aguanté ni cinco segundos, estallé en una carajada. Marina y yo nos abrazamos. No me arrepentía nada de haber hecho este viaje. Es más, estaba segura de que me iba a cambiar la vida. En realidad, esto solo era el comienzo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario