Blas era un amor. Cada palabra
que decía me enamoraba más. Cada contestación que me daba a cada tipo de
película que decía, los susurros al oído que, por cierto, me excitaron bastante…
Es que era perfecto leches. Me acurruqué en él para ver la peli. Me sentía
segura en sus brazos, no sé… Y cada caricia que me hacía mi cuerpo se
estremecía más. Estaba siendo un poco mala con él, en el sentido de que quiero
ver hasta dónde es capaz de llegar, para ver si de verdad me quiere. Aún no nos
hemos besado. Sí, los dos llevamos el cuello fino filipino, pero… le quiero. Y
necesito sentir sus labios junto a los míos, sentir que me quiere de verdad…
Levanto la cabeza y veo a Marina dormida. Sonrío. Si es que es monísima hasta
durmiendo, ains. Miro a Blas y me incorporo un poco.
-¿Qué pasa? ¿Te estaba
molestando? Yo…
-Blas, que me encanta que me
acaricien, sobre todo si lo haces tú. No hables muy alto que Marina se ha
quedado sopa –le digo susurrando. Él asiente.
-Sí… y creo que ya se ha dado
cuenta de que me has dejado el cuello un poco marcado…
-Eh, ¡Has empezado tú! Jo…
Además, para no darse cuenta… y yo gracias a que al final no me dio por cortarme
el pelo, que lo que me has hecho ya no
es un chupetón, es un mordisco…
-Lo siento –dice avergonzado.
-Eres tonto –me mira sin saber
por qué le he dicho eso. Me acerco mucho a él y le digo al oído –si eres tú te
dejo hacer lo que quieras –noté como sonreía.
-¿Lo que quiera? –dice besándome
el cuello.
-Ui, si sigues así no sé sin
decirte que sí ¿eh?
-Ah bueno, entonces ya paro –dice
alejándose todo lo que le estaba permitiendo. Le cogí del cuello de la camiseta
que llevaba y lo atraje hacia mí.
-¿Quién te ha dicho que pararas? Tendrías
que pillar las indirectas pequeño… -le digo otra vez a centímetros de él.
-¿Qué quieres decir con eso? –dijo
mirándome los labios y acariciándome la mejilla.
-Que eres tonto –le respondí con
una sonrisa. Y por fin ocurrió. Tome la iniciativa y le besé. Cerré los ojos y
sentí lo inexplicable por dentro. El me siguió desde el primer momento. Era un
beso que ansiaba desde hace tanto tiempo… Blas me acariciaba la mejilla mientras
yo le acariciaba el pelo. Era tan suave… Me encanta. Fue un beso muy tierno.
Nos separamos y apoyé mi frente en la suya. Nos miramos a los ojos y yo baje la
mirada. Sonreí, el también lo hizo.
-No me acostumbro a tu mirada –le
digo. –Es demasiado bonita.
Blas sonrió y me cogió la
barbilla haciendo que le mirase.
-Y yo no me acostumbro a tu
sonrisa. Es demasiado perfecta –volví a sonreír y me besó.
-Uy, ¿no habías dicho que me
comerías la sonrisa a besos si poníamos una comedia? –le digo picándolo.
-Eso siempre –me volvió a besar. Sus
besos, omg –es imposible resistirse a esa sonrisa.
Le abrace lo más fuerte que pude.
-Mm… -escuché detrás de mí.
Marina se acababa de levantar.
-¡Buenas noches princesa! –le dije
separándome un poquito de Blas. La película había acabado ya.
-¿Qué hora es?
-Las… 9:30.
-¿Tan tarde? –dijo Blas. –Tengo que
irme ya chicas. Bueno, mañana nos vemos.
-Claro –le dije sonriendo. Le dio
dos besos a Marina, que seguía medio dormida. Le dije a esta que recogiera la
mesa, y acompañé a Blas a la puerta.
-Bueno… Hasta mañana –me dijo
dándome un beso en la mejilla y dándose la vuelta.
-¿A dónde te crees que vas? –le dije
girándolo. –Quiero mi beso de buenas noches –hice pucheritos. No falto decir
nada más, juntó sus labios con los míos. Fue un beso muy dulce. Mi beso de
buenas noches.
Blas se marchó y pase al salón.
Marina estaba con los brazos cruzados mirándome. Yo solamente sonreía.
Intentaba hacerse la enfadada conmigo, pero no le salió. Vino hacia mí
corriendo y empezó a gritar.
-¡Pero cómo has besado ya a Blas
japuta! ¿Qué tal? ¿Qué te ha dicho? ¿Cómo besa? Tía, cacho chupetón le has hecho… -solté una carcajada.
-Cuanta pregunta… Es perfecto
tía, en serio, me encanta, le he querido provocar un poco pero no he podido, me
puede. Y lo del chupetón… ha empezado él –digo con voz de niña pequeña.
-¿Eh? –me dice, y yo me hago una
coleta. -¡SU MADRE, QUE BRUTO! Se habrá quedado bien… jodo… te ha dejado el
cuello majo…
-Pues eso… -digo sin parar de
reírme. La reacción de Marina había sido genial, de verdad, la amo. Por algo es
mi mejor amiga. –Bueno, vamos a dormir anda, tengo sueño, después del viaje…
-Pero yo no tengo sueño, jo.
-Normal, la siestecica que te has
echado ha sido maja…
-Tía, enserio, me encanta tu
acento maño.
-Co, que no tengo acento maño,
que apenas se me nota…
Marina estalló en una carcajada.
-Sí que se te nota mi amol.
-Ts… -digo haciéndome la
enfadada. No aguanté ni cinco segundos, estallé en una carajada. Marina y yo
nos abrazamos. No me arrepentía nada de haber hecho este viaje. Es más, estaba
segura de que me iba a cambiar la vida. En realidad, esto solo era el comienzo.
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